Reciclar o no reciclar. Es la incógnita que deben despejar durante los seis próximos meses 72 ayuntamientos extremeños a los que se dirige la resolución de la Junta de Extremadura aprobada hace un mes y que impone una tasa extraordinaria para los que no cumplan con la separación de residuos. Los municipios que se unan al reciclaje (o que ya lo practiquen) pagarán por 11,52 euros por habitante y año por el tratamiento de desperdicios domésticos y los que decidan mantener un único tipo de contenedor para la recogida de la basura deberán abonar 13,91 euros por habitante. La resolución establece que la nueva tarifa estará vigente durante todo el 2016, aunque se establece un periodo de seis meses para que los municipios afectados se adhieran al convenio suscrito entre la Junta y Ecoembes, de forma que el 1 de julio se regularizará la situación y se cobrará la tasa extraordinaria a todos los ayuntamientos que no estén reciclando.

Los ayuntamientos que quieran unirse se tienen que dirigir a la sección de Residuos del servicio de Protección Ambiental. Se les facilita una serie de contenedores a través del convenio o de la empresa pública de recogida y tratamiento de residuos, Gespesa. Sí se incrementará el coste de la recogida pero, según afirma José María Carrasco, gerente de Gespesa "los envases que se recuperan también tienen una revalorización económica que está calculada para que no cueste dinero a los municipios y al final es rentable la recogida selectiva".

MEJORAR La mayoría de los ayuntamientos que aún no reciclan tienen menos de 2.500 habitantes, con la excepción de Alburquerque (5.486). En total, son 45 localidades pacenses y 27 cacereñas, en las que residen 76.000 extremeños. Pero hay más de un millón sí cuentan con los contenedores de recogida selectiva. Según matizan además, desde que se publicó al resolución en febrero, algunos de ellos están iniciando los trámites para ponerla en práctica.

"Eso no quita además que en los municipios en los que ya se recicla, se podría hacer mucho mejor de lo que se hace", asegura Carrasco. De hecho, el contenedor verde destinado a los residuos orgánicos sigue recibiendo buena parte de los envases que deberían estar en el de color amarillo e incluso el porcentaje de residuos impropios (deberían estar en el contenedor amarillo pero se arrojan al verde) se ha incrementado pasando del 30% al 40%.

Solo en el 2015 se recuperaron de los contenedores amarillos 5.194 toneladas de residuos inorgánicos (botes de plástico, bricks y latas) mientras que de los contenedores de color verde (los destinados a los residuos orgánicos) la cantidad recuperada es casi tres veces superior: 13.694 toneladas. Los extremeños arrojaron al contenedor verde más de 2.000 toneladas de envases de plástico (botellas y botes de productos de limpieza, principalmente), casi la misma cifra que acabó en el contenedor correcto, el amarillo: 2.183 toneladas. Además la evolución de los últimos cinco años evidencia que la la cifra apenas ha variado en la región en ese tiempo.

En el año 2010 se recuperaron del contenedor verde 2.181 toneladas de envases, frente a las 2.005 toneladas que había en contenedores amarillos. Los envases de plástico son, junto a las latas, los que más a menudo terminan en el contenedor equivocado, mientras que otros envases como los bricks sí que se arrojan mayoritariamente al contenedor de color amarillo. El año pasado se recuperaron 756 toneladas de estos, mientras que de los verdes se extrajeron algo más de 53 toneladas.

En cuanto a las latas (principalmente de refrescos y conservas), la cifra que se recuperó de los contenedores verdes cuadruplica la extraída de aquellos en los que debería haber estado de forma mayoritaria: casi 4.200 toneladas frente a 1.200. Además los extremeños arrojaron más de 6.000 toneladas de papel, 1.145 toneladas de vidrio y 279 toneladas de aparatos eléctricos y electrónicos al contenedor destinado a los residuos orgánicos.

MAS COSTOSO Arrojar la basura al contenedor equivocado es caro porque recuperar el material arrojado al contenedor verde es más costoso que hacerlo del contenedor amarillo y al mismo tiempo el precio que se paga por ese residuo es inferior. "A todos nos conviene que cada producto se arroje en el contenedor adecuado, a nosotros, a los ecoparque y a a los ayuntamiento", asegura Carrasco. La razón es que el material inorgánico que se extrae de los contenedores verdes va a tener un precio más bajo a pesar de que recuperarlo es más costoso y se convierte en un coste que asume Gespesa. Pero los ayuntamientos también pierden, porque ellos también reciben una cantidad de dinero por la recuperación de los residuos de los contenedores amarillos y, por tanto, todo lo que acaba en el verde y no se puede recuperar, se traduce en pérdida para el consistorio. La decisión de la Junta de gravar a los que no cumplan con la recogida selectiva se debe, según explicó esta semana la consejera Begoña García, en que Extremadura está por debajo de la media nacional en el reciclaje de residuos. En este sentido, según los datos de Ecovidrio, Extremadura es la región que menos recicla. En el 2015 se recogieron 7,2 kilos por habitante, tres veces menos que en Navarra (24,8 kilos), a pesar de que la cifra se incrementó un 12% respecto a 2014.