María aprendió anoche que hace 540 millones de años Extremadura era el fondo de un mar contemplando un tribolite, una de las especies fósiles más famosas recogidas en la región. «¡Teníamos playa!», espeta curiosa en el taller de Paleontología de la Facultad de Formación del Profesorado de Cáceres. Unos metros más allá, en Veterinaria, Alejandro, de casi 5 años, moldea con plastilina una bacteria espiroqueta -«es como un gusano», dice- mientras Irene aprende a fabricar una pasta de dientes para elefantes y a congelar un polo flash con hielo y sal en solo cinco minutos. Ella atiende expectante a las explicaciones mientras su madre, Elena, toma nota de las actividades del taller para intentar reproducirlas con los pequeños del colegio Virgen de la Vega de Moraleja. «Soy miembro del Ampa del centro y estoy cogiendo ideas para hacerlas con los niños del pueblo por las tardes».

En la Escuela Politécnica, Javier disfruta de su pasión por la tecnología conociendo cómo funciona el robot Learnbot y jugando con una caja de arena que, a través de un simulador, recrea la orografía de un paisaje. «Parece que estas tocando el mar», murmura. Junto al Laboratorio de Radiactividad Ambiental, docentes y alumnos muestran su última investigación: un dron capaz de medir elementos radiactivos en el suelo y el aire. «Los niños se lo pasan en grande y aprenden mucho, es lo que necesitan, aquí pueden expresar realmente lo que les gusta», cuenta Lorena, la madre de Javier.

Ese es uno de los objetivos de la jornada que ayer concentró a unos 5.000 menores extremeños en los cuatro campus de la Universidad de Extremadura para festejar La noche europea de los investigadores que se celebró simultáneamente en 300 ciudades de Europa y llegó a su sexta edición en la región. Unos 500 alummos y 400 docentes participaron en el desarrollo de 150 talleres que hicieron la ciencia asequible. «Buscamos que la sociedad sepa el trabajo que se hace en la universidad y le dé importancia para que la I+D pueda despegar y por otra parte fomentar las vocaciones hacia estas actividades de los más jóvenes», explicó el vicerrector de Investigación, Manuel González Lena. Junto a él, el secretario de Ciencia de la Junta, Jesús Alonso, -ha sido el órgano que ha financiado este año esta actividad a través de Fundecyt- visitó por la tarde algunos talleres del campus de Cáceres. «Es un día grande», dijo. Para la pequeña Ana desde luego lo fue. Entre otras muchas cosas, ayer supo que ante una emergencia ella puede convertirse en una superheroína y ayudar a salvar una vida siguiendo las nociones básicas de primeros auxilios que aprendió en la Facultad de Enfermería. Se marchó con la lección aprendida, con un diploma bajo el brazo y como muchos, con ganas de convertirse en los investigadores del futuro.