Las relaciones en el movimiento sindical extremeño no atraviesan su mejor momento. El idilio antidecretazo ha vuelto a fisurarse a escasas fechas de una cita con las urnas. El conflicto armado en Irak ha hecho saltar por los aires los meses de maridaje reivindicativo en pro de los derechos de los jornaleros extremeños y andaluces.

Madrid no cae tan lejos de Mérida y la falta de acuerdos en la cúpula sindical tiene sus secuelas en provincias. La falta de entendimiento es hoy una realidad entre los líderes regionales --Miguel Bernal (UGT) y Valentín García (CCOO)--, aunque en la oficialidad de sus declaraciones no hay espacio para una ruptura definitiva de la unidad de acción sindical.

El acuerdo sobre pensiones de Comisiones Obreras con el Gobierno, en el año 2001, ya fue un detonante para distanciar a las dos principales centrales del movimiento sindical de clase. Acababa así un largo periodo de entendimiento que algunos expertos interpretaban como una nueva etapa del movimiento obrero. "La firma en sí ya suponía una estocada al sistema público de pensiones, lo que motivó un distanciamiento de UGT y CCOO. Sin embargo, esto no impidió que un año después emprendiéramos una lucha conjunta por la reforma laboral del PP", asegura el secretario regional de UGT, Miguel Bernal.

SINDICALISMO DE GESTION

La apatía y desmovilización que algunos auguraban que se había instalado en la clase trabajadora, la teoría del sindicalismo de gestión volvió a desvanecerse cuando ambos sindicatos hicieron piña ante las propuestas del Gobierno. Volvió el sindicalismo de calle. De lucha. ¿Una bandera de conveniencia? No lo parecía. Resulta aún reciente la fotografía de Bernal y García con las camisas desgarradas, enfrentados a la policía, exigiendo garantías para los trabajadores extremeños.

Sin embargo, en esta actualidad de gestos, UGT y CCOO volvieron a marcar distancias el pasado 10 de abril en las movilizaciones contra la guerra. La crónica de un divorcio anunciado. Las heridas del pacto sobre las pensiones no han cicatrizado. Como previa a la ruptura en la convocatoria antibelicista, Bernal recriminó a CCOO sus "incoherencias" en las posiciones sobre el acuerdo de pensiones. No faltó tiempo para la respuesta y Valentín García lamentó el interés de su homólogo ugetista para hacer méritos en la culminación de su "carrera política".

Un distanciamiento que ahora se ha visto reforzado desde la concepción ugetista de exigir a la Administración central un Plan Especial de Empleo para Extremadura, al que se ha adherido Izquierda Unida y en el que no ha habido respuesta desde Comisiones Obreras. Parece raro, pero justificado. "No hay que dramatizar porque no haya unidad de acción en determinados temas. Seguimos siendo organizaciones distintas, que coinciden en las acciones importantes. Ha habido épocas y Este es un desencuentro puntual. No estamos enfrentados y respetamos la postura de la otra parte", asegura el coordinador regional de CCOO.

Las distancias parecen salvables y el 1º de Mayo es el objetivo a corto plazo, a pesar "de las diferencias en la concepción de la realidad" entre UGT y CCOO. Bernal no es partidario de "gobernar sobre la pérdida" y esa sigue siendo una barrera infranqueable entre los dos sindicatos. La teoría de ceder en lo fundamental de los proyectos gubernamentales, a cambio de algunas concesiones que lo hagan más aceptables, no es compartida por la organización que lidera Cándido Méndez.

El pasado jueves, los dos sindicatos volvieron a darse la espalda. CCOO se desmarcó de la convocatoria de huelga de 2 horas propuesta por UGT. Su argumento: El movimiento sindical no debe despegarse del resto de los grupos que se han movilizado contra la guerra. "No es un conflicto claramente de clase, es un conflicto de la ciudadanía, por eso se mantendrán los paros cívicos en los puestos de trabajo mientras dure el conflicto", asegura Valentín García.

Pero para Bernal no hay punto intermedio y entiende que este planteamiento tiene incógnitas por despejar. "Es difícil entender que CCOO critique la guerra y sus consecuencias y no sea coherente con esa declaración".

A pesar de la tensión en la oratoria, y a escasas fechas del Día del Trabajador , el sindicalismo de clase extremeño augura fases de un nuevo entendimiento al que se ven obligados por casi el 75% de los obreros a los que representan. El mensaje cruzado entre dirigentes hace presagiar que no han olvidado los importantes resultados logrados al amparo de la unidad de acción sindical. Sin embargo, algunos expertos mantienen que una ruptura de esos acuerdos no tiene que ser traumática siempre que contribuya a sentar las nuevas bases del movimiento obrero. De momento Bernal y García mantienen un pulso sin generar más incertidumbres y desconfianzas que las que a veces Madrid ya les impone.