Hace seis años, la primera victoria electoral de José Luis Rodríguez Zapatero ponía al sector nuclear español en una situación de cuenta atrás hacia su ocaso. Los socialistas se habían comprometido a cerrar paulatinamente las centrales nucleares del país al cumplir su ciclo de diseño (40 años) y, como alternativa, apostaban por un impulso de las energías renovables. Pero algo ha cambiado: la central burgalesa de Garoña continuará funcionando hasta el 2013, más allá de los 40 años prometidos por el Gobierno; el Ejecutivo acaba de renovar la licencia a la extremeña de Almaraz por 10 años más y ésta se acercará a las cuatro décadas de existencia; y en el seno del PSOE, de otros partidos políticos y de la sociedad emergen voces que abogan por revisar la estrategia y apostar por la nuclear como fuente de energía "limpia y barata" pese a los riesgos asociados a su tecnología.

"Hoy por hoy el uso de la energía nuclear es imprescindible. El actual sistema eléctrico no podría hacer frente a la demanda eléctrica si no es por la contribución de esta tecnología", sostiene Francisco Cuadros, catedrático de Física Aplicada de la Universidad de Extremadura (Uex) y defensor de impulsar el "ahorro y la eficiencia energética y potenciar, cada vez más, el uso de las energías renovables". "Hasta que las renovables tomen el mando, mi apuesta es por un mix renovables-nucleares. Debemos y podemos apoyarnos en la tecnología nuclear", insiste, con cuatro argumentos: "Es una tecnología bien asentada, con altos rendimientos de transformación desde la energía del combustible hasta la energía eléctrica final; esto implica que es muy rentable económicamente. Segundo, durante su etapa de funcionamiento, una central no libera gases de efecto invernadero (salvo, quizás, algo de vapor de agua), ni gases causantes de la lluvia ácida. Tercero, genera empleo y riqueza en el entorno. Y, contrariamente a lo que alguna gente piensa, las centrales nucleares son muy seguras".

El debate social está abierto. Muestra de ello es que universidades como la Uex o la Rey Juan Carlos, de Madrid, han organizado para este año cursos de verano centrados en el presente y el futuro de esta fuente de energía. El profesor de Economía Aplicada Ricardo Hernández Mogollón es el director del curso que se impartirá del 19 al 21 de julio en Cáceres. "Sería conveniente establecer un mix energético realista que incluya un nuevo desarrollo de la energía nuclear en España. Porque el coste del kilovatio nuclear es más barato, es una fuente de energía constante, no emite contaminación, no depende del petróleo y porque en este país ya tenemos una experiencia de 20 años de gestión de esta tecnología", explica.

NUEVOS REACTORES Bajo su punto de vista, ese "desarrollo" consistiría en la construcción nuevos reactores nucleares: "Extremadura tendría una oportunidad, porque el proyecto original de Almaraz contemplaba cuatro, y solo se hicieron dos. Construir dos más generaría mucho empleo y el acero y el cemento necesario podría salir de la industria de nuestra región".

También apuesta por la energía nuclear Juan Félix González, físico que lleva dos décadas en la Uex investigando el desarrollo de las energías renovables: "Hoy por hoy, en una economía basada en el potencial energético que posee un país, es un error prescindir de la energía nuclear, sobre todo en países donde los yacimientos de petróleo y gas natural brillan por su ausencia, como el nuestro. Ojalá la infraestructura creada en este periodo, así como la que puede dejar el cierre de centrales nucleares (caso de Zorita) que cumplan su periodo de explotación, se hubiera utilizado para construir al menos seis o siete centrales más". Para este profesor de Física Aplicada, "en el mix-energético actual y del futuro la energía nuclear debe tener una aportación importante así como las renovables. Pero es necesario utilizar el sentido común, sobre todo cuando el desarrollo de las energías renovablesdepende de subvenciones". En su opinión, la nuclear proporciona independencia energética, disminuye el precio de la energía eléctrica "mejorando la competitividad de las industrias españolas" y ayudaría a cumplir el protocolo de Kyoto respecto a emisiones de CO2.

La cuestión ha abierto brecha en el Gobierno y el PSOE. En el 2008, Felipe González, el expresidente que firmó el cierre de las centrales de Valdecaballeros y Lemóniz, rompió la baraja y tornó en pronuclear: "porque no se puede ser antinuclear y comprar electricidad nuclear a Francia", señaló. Desde entonces, el exministro Jordi Sevilla o el actual titular de Industria, Miguel Sebastián, se han pronunciado --con mayor o menor claridad-- a favor de esta energía. Y frente a ellos, permanece un núcleo --con Rodríguez Zapatero, los exministros Jesús Caldera o Cristina Narbona y la secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera-- que aboga por prescindir del parque nuclear en favor de las renovables.

"Pero igual que hay dirigentes políticos que han cambiado su opinión con respecto a la energía nuclear poniéndose a favor, también hay otros que lo han hecho en sentido contrario, como Al Gore o Clinton", puntualiza José María Corrales, biólogo, doctor en Geografía y docente de la Uex. Abiertamente antinuclear, Corrales explica: "produce tristeza que se haya ralentizado la investigación y la implantación de las energías verdes después del gigantesco avance experimentado en la UE, en España y especialmente en Extremadura. Los increíbles e impensables avances de esta época ceden a la presión de las multinacionales insaciables y sin escrúpulos, que no tuvieron escrúpulos de cambiar su opinión a favor de la energía nuclear a convertirse en empresas pioneras en la instalación de plantas solares, termosolares o de cualquier otra energía verde. Si no se hubiera pisado el freno de la investigación en renovables no estaríamos haciendo este debate ni habríamos tenido que aumentar la vida útil de las centrales nucleares, como Almaraz, que nos vemos obligados a mantener abierta aun siendo conscientes de que deberíamos reforzar la seguridad y que no tenemos solución al problema de los residuos".

"Generan residuos que permanecen activos miles de años; aumentan la temperatura del agua del embalse de refrigeración; o causan gran impacto visual", admite Francisco Cuadros sobre las centrales nucleares. Además están las radiaciones. En este sentido, María del Pilar Rubio, profesora de Física Aplicada de la Uex y experta en radiactividad ambiental subraya: "con el grado de desarrollo actual de la tecnología nuclear y el elevado grado de concienciación de los gobiernos en materia de protección radiológica, está se revela como una tecnología limpia y segura desde el punto de vista ambiental".

CONTROL RADIOLOGICO Para ella, "la aceptación de las tecnologías energéticas por la población, en particular la nuclear, pasa por una difusión efectiva de los avances en materia de seguridad. Y sería necesario hacer una gestión clara y transparente acerca del futuro almacenamiento de los residuos de alta actividad". La profesora de la Uex también recuerda que los estudios epidemiológicos realizados en el entorno de poblaciones cercanas a instalaciones nucleares, incluida Almaraz, revelan que "las dosis estimadas acumuladas que habría recibido la población como consecuencia del funcionamiento de las instalaciones son muy reducidas, y están muy por debajo de las que con los conocimientos científicos actuales podrían relacionarse con efectos en la salud".

"¿Queremos que cada vez que accionamos el interruptor se encienda la luz?, ¿que cuando abramos el grifo salga agua caliente?. Si la respuesta es sí, no nos queda más remedio que mantener (y aumentar, si es preciso) la contribución eléctrica de las nucleares, con el convencimiento de que son instalaciones seguras y controladas", observa Francisco Cuadros. Ahora habrá que ver hasta donde llega este debate.