Eran las 6,17 de la mañana de ayer jueves cuando los vecinos de Brozas y ocho localidades extremeñas pudieron sentir una gran sacudida, sonidos poco habituales y vibraciones. En el suroeste de Brozas, a dos kilómetros de la población, se había producido un terremoto, de intensidad 3,2, a dos mil metros de profundidad, que dejó sentir sus efectos en "Brozas, Alcántara, el poblado de Iberdrola de esta localidad, Malpartida de Cáceres, Carbajo, Mérida, Navas de Santiago, Pescueza y Badajoz", según declaró Resurrección Antón, ingeniero técnico en topografía, del departamento de movimientos sísmicos del Instituto Geográfico Nacional.

"Estaba dormido cuando sentí un fuerte ruido parecido al que provoca un trueno, pero venía desde abajo, desde la tierra", declara a este diario Leonardo Rodríguez, alcalde de Brozas. "Me levanté inmediatamente y, al mirar por la ventana, vi que no se trataba de ninguna tormenta y me di cuenta entonces de que era un terremoto". "Nos han comentado desde el Instituto Geográfico Nacional que, en las próximas horas podría haber pequeñas réplicas, no obstante, todos estamos muy tranquilos", añade Rodríguez.

Los que no estaban tranquilos eran los animales. Felipe se encontraba con su ganado precisamente en los campos donde se produjo el epicentro. "Las vacas estaban como locas, corriendo sin rumbo o amontonándose entre ellas", contó a media mañana al primer edil. Vicente Lindo, propietario del bar de la plaza a quién el terremoto ni despertó si recordaba "que las gallinas estaban, a las nueve de la mañana, aún dentro del gallinero y ni piaban, quizá fuera por eso".

A las siete de la mañana el alcalde de la localidad ya estaba en la calle tomando el pulso a sus vecinos, 2.000 habitantes aproximadamente. "Ha quedado todo en susto, pero, desde luego, hoy (por ayer) el terremoto es la conversación en Brozas".

Para tranquilidad de todos los extremeños, la región no es un territorio sísmico, "tiene dos provincias muy tranquilitas en este sentido", declara Antón.

En la provincia de Cáceres, el terremoto de mayor intensidad se produjo en 2005, en Membrío, y alcanzó los 3,6 puntos en la escala Ritchter. En la provincia de Badajoz, un año más tarde, se produjo otro movimiento similar al vivido en Cáceres el año anterior y alcanzó una intensidad del 4,4 en la misma escala. En esta ocasión, el epicentro se situó en Feria.

Dividiendo los movimientos sísmicos entre ambas provincias, en la cacereña, desde 1997, se han producido 17 terremotos de baja intensidad que han oscilado entre los 3,6 de Membrío --el más intenso-- hasta los dos puntos de Albalá e Hinojal (2002), Ladrillar (2003), Hinojal (2004) y Plasencia (2007).

Por lo que respecta a Badajoz, desde 1857, se han producido 60 movimientos sismicos registrados por el Insituto Geográfico Nacional pero hasta 1962 no había sismógrafos que midieran su intensidad.

En la serie histórica, el terremoto registrado de mayor intensidad calculada data de 1857 y tuvo lugar en Olivenza con consecuencias dolosas. Los expertos calculan que aquel terremoto tuvo una intensidad de 5,6. En Cáceres, el movimiento sísmico de mayor intensidad tuvo lugar en 1944 en Arroyo de San Serván y, según los cálculos de los expertos, alcanzó una intensidad de cinco puntos.

Pero, como bien señala, Resurrección Antón "una cosa son los movimientos sísmicos que se producen en la región y otra son los terremotos que teniendo su epicentro en el exterior pueden llegar a sentirse o a producir daños en Extremadura". Y así fue el caso del terrible terremoto que tuvo lugar en el Cabo de San Vicente que asoló Lisboa en 1755 y que aún hoy protagoniza conversaciones mil, como por ejemplo, el arreglo de la Catedral de Coria partida por la mitad como si un rayo la hubiera fulminado, víctima de la catástrofe lisboeta.

Según la Red Sísmica Española, se producen aproximadamente 2.500 terremotos al año y solo un par de ellos al mes son sentidos por la población.