El Colegio de Odontólogos de Extremadura alerta de los graves riesgos que entraña el intrusismo, que personas no cualificadas ejerzan de dentistas sin serlo, poniendo en serio peligro la salud de los ciudadanos. Por ello considera necesario un plan conjunto, en el que se impliquen los distintos colegios profesionales afectados --odontólogos, protésicos...-- y la Administración, para ponerle freno.

Esta consideración es consecuencia de una nueva sentencia judicial en la que se condena a un protésico por ejercer de dentista y, además, por haber causado lesiones a una paciente.

En opinión del presidente de los odontólogos, Juan Carlos Fernández de Ateca, "hechos como éste deben alertar y hacer que los profesionales y la Administración, desde sus respectivas competencias, hagamos un frente común contra el intrusismo".

El Colegio de Odontólogos, indicó a EL PERIODICO su presidente, considera inadmisible que mientras que a través de nuevas normativas y convenios se incrementan las exigencias sanitarias y de formación a los profesionales --"algo que recibimos con buen grado, porque sabemos que va en beneficio del ciudadano extremeño"-- simultáneamente sea posible que personas no cualificadas y sin ningún tipo de control e higiene puedan prestar atención.

Ellos no están dispuesto a consentir que se juegue con la salud de las personas, y por ello desde el Colegio se viene actuando judicialmente contra los intrusos. Su último logro, la sentencia dictada por el Juzgado de lo Penal de Plasencia. Este, informó Juan Ramón Corvillo, asesor jurídico del Colegio de Odontólogos, ha condenado al protésico Carlos R.O. al pago de una multa de 3.300 euros por un delito de intrusismo, y de 732 euros por una falta de lesiones por imprudencia. Y tendrá que indemnizar con 4.770 euros a la paciente a la que causó lesiones.

MEDIDAS HIGIENICAS El fallo recoge como hechos probados que Carlos R.O., siendo protésico, realizó labores que corresponden sólo a los dentistas y que, además, no adoptó las adecuadas medidas higiénicas. "Ni siquiera utilizó guantes, ni mascarilla, y la consulta era un mero salón con escasa luz y donde la limpieza de instrumentos y prótesis se efectuaba exclusivamente en una pila bajo un chorro de agua".

Esto, unido a la aparición de úlceras traumáticas por el mal ajuste de la prótesis instalada, provocó en la paciente la aparición de un hongo del que tardó en sanar un mes.