El congreso que se celebra en Cáceres analiza las posibilidades que se abren con la adopción homoparental, pero lo cierto es que existen muchas parejas homosexuales, así como padres y madres solteros, para los que el tema no es nuevo. Ellos ya tienen hijos.

A las jornadas de Cáceres han asistido 11 familias homoparentales, entre las que se encuentra la formada por Rosa y Esther y la hija de ambas, de 9 años. Su caso es distinto. Rosa es la madre biológica y Esther la afectiva, llevan juntas 13 años y al mes de iniciar su relación decidieron que querían ser madres. "Era muy difícil entonces decir que éramos mujeres que nos amábamos y queríamos tener un hijo, la gente pensaba que estábamos locas, nos costó muchos viajes y muchos llantos", sostiene Rosa, quien finalmente tuvo una niña por inseminación artificial.

Para ellas sólo se está planteando el tema de la adopción y el abanico de posibilidades es muy amplio. "Las parejas de chicos lo tienen muy claro, el único sistema es la adopción, pero las parejas de mujeres tenemos la posibilidad de la maternidad y existe la posibilidad de la reproducción asistida, de un óvulo inseminado artificialmente e implantado en otra mujer...", señala Esther, quien reconoce que Rosa nunca se hubiera planteado la posibilidad de ser madre si no hubiera estado con ella.

"Yo desgraciadamente no puedo poner mi esperma, pero he puesto toda mi afectividad y todo mi cariño y también he aportado económicamente, y es una hija que ha nacido del amor de dos personas, por eso creo que no tengo que plantearme adoptar a mi propia hija y el Estado debe dar una solución a estos casos", reivindica Esther, que se pregunta qué ocurre en el caso en que un miembro de la pareja sea la madre biológica y la otra la madre genética, "¿cómo se come eso?".

En este sentido, ambas consideran que, en esta materia, no se han producido adelantos para la homosexualidad femenina. Esther todavía no está reconocida como la madre de su hija. "Llevamos luchando diez años desde que nació nuestra hija, sí, te ofrecen posibilidades como la cesión de tutoría --explica Esther--, pero para ello había un juez que debía dictaminar si yo era capaz o no y, además, también tenía que haber una renuncia de la familia de mi mujer, así que si le pasaba algo a la madre biológica yo sería la tutora de mi hija, pero nunca su madre, y en el caso de que nos pasara algo a las dos, como la familia de mi mujer había renunciado a la tutoría, la niña pasaría a la custodia de la comunidad autónoma en la que residiéramos, y eso es denigrante".

Fran es un homosexual granadino padre de una hija adoptiva desde hace ocho años, "desde su nacimiento", asegura. No vive en pareja, pero matiza que si bien es cierto que, en términos legales, los solteros pueden adoptar desde 1986, "también es verdad que te enfrentas a una serie de prejuicios y te encuentras con una serie de obstáculos a salvar sólo por ser hombre", algo que no ocurre con las madres solteras, advierte.

A Fran le sucedió algo curioso. Después de un largo proceso de aceptación de su homosexualidad, cuando se decidió a adoptar se encontró con una vuelta a las primeras dudas, "otra vez debía aceptar mi condición sexual", la sociedad le obligaba a replantearse una serie de cuestiones que ya parecían superadas.

"Dicen que pertenezco a una familia homoparental, pero para mí es simplemente una familia, creo que las divisiones generan conflictos, es cierto que nuestro cerebro necesita dividir las distintas realidades para entenderlas, pero una vez entendidas también es necesario que exista una integración para evitar ese conflicto", asegura Fran.