Cáceres está que arde. Comenzó a hacerlo ayer con la quema del Pelele en la plaza Mayor, que estuvo como no se recordaba hace años: abarrotá . Está que arde la ciudad gracias a un Carnaval que este año ha resurgido definitivamente. Las tiendas de disfraces y los Chinos, a rebosar, largas colas en Kike's, que estuvo abierto hasta medianoche para los más rezagados que buscaban disfraz.

Relacionadas

En Pizarro los bares se han volcado: bendita fiesta que ayuda a mover nuestra economía local. Barroco, por su parte, petó de madrugada la Madrila de Albatros con la actuación del transformista Xenon Spain, la atracción viral de la Costa del Sol que puso más que sal y pimienta al escenario del garito de David Vivas gracias a la siempre acertada mano del productor Coke Bermejo, que esta noche será el dj encargado de amenizar a partir de las doce el Baile de Máscaras. ¡Y qué decir del actor y showman J. C. Corrales!, el pregonero de este año es un crack que presentó la eterna guapa Ana Carretero, columnista de nuestro periódico todos los jueves. ¡Ole!

El pregón se celebró en la carpa de la plaza Mayor, que tiene 800 metros cuadrados y que ha instalado el ayuntamiento. Fue este precisamente el escenario donde por la mañana cientos de cacereños se animaron a probar los tradicionales coquillos. El sarao formaba parte de uno de los ritos más ancestrales que se recuerdan en la ciudad: la fiesta de las Lavanderas y la consiguiente quema del Pelele, que reunió a cientos de cacereños, este año afortunadamente mucha gente joven, y en la que se homenajeó a doña Saturia, asidua de este desfile que abre cada año el Carnaval de Cáceres y que es antesala al de hoy, con 24 comparsas de 1.100 participantes. Casi na , récord en años.

Las Lavanderas es un homenaje a todas esas mujeres de los años 30 y 40 que procedían de las capas más humildes de la sociedad cacereña y, como tales, en el plano laboral se les presentaban varias posibilidades, todas relacionadas con el servicio: aguadora, lavandera, sirvienta, temporera del campo... Bien las recordaba ayer Rufino Moreno: su madre fue una de ellas, Andrea Manzano, asidua de Beltrán. Una vida durísima. Al salir del colegio en El Madruelo Rufino ayudaba a llenar de agua las pilas de los lavaderos, y de ahí a tender en los olivares y luego a repartir la ropa entre los ricachones que vivían en la plaza... Y en febrero, llegaba la fiesta. Si había llovido "zurreaban" bien al Pelele, si no, le cantaban, pero sí o sí aquel muñeco de trapo, igual que hizo ayer, perecía entre las llamas.