Han colapsado las urgencias, han hecho sonar cacerolas a las puertas de los centros de salud, han acampado (literalmente) en la calle, han hecho guardias las 24 horas del días para atender, cual sanitarios, a sus propios vecinos, han recorrido calles con pancartas una y otra vez,... y cinco meses después su lucha continúa igual de viva y piensan hasta en componer villancicos reivindicativos. Los protagonistas de esta historia son los vecinos de los pueblos afectados por los cierres de los Puntos de Atención Continuada (PAC) desde el pasado 1 de junio --otros seis PAC redujeron su horario de atención--.

De Valverde de Leganés y Ribera del Fresno a Malpartida de Plasencia y Cáceres, pasando por Zahínos, Aldeacentenera, Villanueva de la Sierra, Zarza de Granadilla o por Arroyo de San Serván, una quincena de municipios se han quedado sin equipos médicos que les atiendan más allá de las tres de la tarde, cuando se marcha el médico de cabecera. La decisión la tomó la Consejería de Salud en mayo en base a unos datos de frecuentación a los puntos que nunca han salido a la luz y con el único objetivo de ahorrar, este año cinco millones.

Las protestas de algunos pueblos se han quedado de puertas para adentro, mientras otros cientos de vecinos siguen reclamando que no pueden vivir sin urgencias, que se sienten indefensos ante cualquier imprevisto y que algunos están a cerca de 40 kilómetros de distancia de un punto de atención sanitario, que en un momento dado les pueda salvar la vida. José Moreno se quedará siempre con la duda si su padre, fallecido en septiembre tras un infarto, podría haber salvado su vida si hubiera sido atendido antes en su pueblo, Madroñera.

Por casos como este los afectados no se resignan ni dan por finalizada esta guerra en la que sí se habla de heridos. A través de plataformas ciudadanas creadas tras el cierre de sus PAC, siguen reuniéndose cada semana y acordando medidas de presión, que con el tiempo han dejado de ser mediáticas. Los últimos en alzar su voz más allá de la frontera local son los vecinos de Madroñera, que el martes entregaron en Presidencia más de 2.000 cartas que exigen la reapertura de su PAC. El frío que comienza arreciar y la lluvia no les han impedido tampoco seguir protestando en la calle, como han venido haciendo estos meses. "Vamos por el buen camino y nos estamos haciendo oír porque somos muchos, porque estamos unidos y tenemos la razón de nuestra parte", dicen. "Aún nos queda, pero cada vez menos, para que acaben de comprender y devolvernos nuestro derecho a la tranquilidad, nuestro derecho a la salud", insisten.

También los afectados por el cierre en Arroyo de San Serván siguen al pie del cañón. "La plataforma ha pedido una entrevista con el consejero de Salud y ha hablado con Guillermo Fernández Vara y Pedro Escobar para exigirles que mantengan su compromiso con ellos", explica el alcalde de esta localidad; que presionen para que los 40 millones de deuda sanitaria se destinen a la reapertura de todos los puntos cerrados. De momento, han logrado que la Asamblea inste a la Junta que se abran todos los PAC "de manera inmediata" con este dinero que llegará ahora a la región, tras apoyar IU la propuesta de los socialistas. El PP votó en contra porque "hay absoluta normalidad en estas zonas".

Pero para muchos vecinos no es normal quedarse en la puerta si el médico de cabecera ha tenido que salir a hacer curas, que antes se hacían por las tardes, recorrer 35 kilómetros en una situación de emergencia o que hayan enviado el equipo que atendía las urgencias en Arroyo a Calamonte, diez kilómetros más allá. "Ahora allí tienen dos equipos de sanitarios y aquí ninguno. Es totalmente absurdo", dice el alcalde, que reconoce que los vecinos se van directamente a Mérida ante cualquier urgencia. "Son dos kilómetros más que a Calamonte, que más da".

Aldeacentenera es otros de los pueblos más crispados. Sus vecinos han mantenido durante dos meses guardias en el centro de salud las 24 horas del día para evitar que nadie se encontrara las puertas cerradas ante una urgencia. "No nos hemos resignado, pero sí estamos haciendo una protesta más tranquila". En este municipio tienen que recorrer 35 kilómetros si quieren ser atendidos de urgencia en Trujillo, el punto más cercano. "Si tiene que venir la ambulancia tarda por lo menos una hora", cuenta Carolina, miembro de la plataforma. En Quintana de la Serena, que han sufrido una reducción de horas o en Zahínos tampoco se callan, como en el resto de pueblos que no tienen más remedio que acostumbrarse a vivir sin urgencias, puesto que la Junta sigue defendiendo su postura. "En algún punto a lo mejor sería necesario replantearse la apertura porque están más lejos de otros centro, pero aquí, en Aldeanueva de la Vera, estamos solo a nueve kilómetros del PAC de Jaraíz", dice Raúl Amor, alcalde de Aldeanueva de la Vera, que también se ha quedado sin urgencias. Amor, del Partido Popular, asegura que el pueblo se ha quejado, como lo han hecho en Jarandilla.

"Cuando tienes algo se hace necesario, si te lo quitan tienes que acostumbrarte a la nueva realidad", señala, aunque reconoce que él, como el resto de sus vecinos, preferiría que el PAC siguiera abierto. Y es que se trata de una asunto que va más allá de la política. Otros alcaldes populares, como el de Malpartida de Cáceres, han apoyado mociones en contra del cierre de estos puntos de atención médica, y también los sanitarios han enviado escritos alertando del perjuicio para la asistencia. "No sé que más necesitan para que den cuenta de que es una barbaridad", dicen varios afectados.