El abono de una parte del salario con mercaderías de la propia empresa quedó reducido hace décadas a pequeños negocios de provincias y algunos ejemplos en países latinoamericanos como México. Sin embargo, desde hace más de 40 años, Altadis (antigua Tabacalera que se fusionó con la francesa Seita) incluye en la nómina de sus trabajadores un pago mensual de tres cartones de tabaco negro o rubio, a elegir.

Altadis no pregunta a sus 4.000 empleados, --de los que 77 se encuentran en la planta extremeña de Palazuelo--, ni a sus jubilados y prejubilados si fuman o no. Es un planteamiento que huelga dentro de una empresa donde "no existe ninguna prohibición de fumar, ni siquiera en los ascensores, y se ven ceniceros hasta en los cuartos de baño", comenta Miguel, un trabajador.

El carrito

Todos los primeros de mes, un empleado de Altadis recorre los pasillos de cada centro con un carrito que contiene cientos de cartones de tabaco. Tras sortear con dificultad archivadores, máquinas de empaquetado y ordenadores, se detiene un momento en cada puesto de trabajo para dejar el cargamento que el empleado previamente ha elegido. También los prejubilados y jubilados de la empresa acuden mensualmente a recibir su ración de tabaco, incluida en su pensión, quizá olvidándose de lo que les ha aconsejado el médico.

"Se puede escoger entre tres tipos de rubios y tres de negros aunque suelen pedir Ducados, Fortuna o Nobel", explica un portavoz de la compañía. Quedan vedados los exquisitos puros habanos o dominicanos que comercializa Altadis.

Ramón, entretenido en su puesto de administrativo, cuenta: "La mayoría de nosotros, elige Fortuna porque es más caro y se saca más". La empresa incluye en las nóminas el tabaco entregado a precio de estanco pese a que el coste para Altadis sea el de fabricación. Cada trabajador en plantilla recibe en tabaco hasta 63 euros mensuales (10.482 pesetas) o 882 euros al año (146.752 pesetas). Luego, Hacienda se encarga de retener una parte en el impuesto de la renta.