Lo prometido es deuda, predica el refranero español, y como se dijo, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, desembarca en julio en la capital extremeña para cerrar el tan nombrado Plan Especial para Extremadura. Llega hoy acompañado por las ministras de Fomento y Vivienda, Magdalena Alvarez y María Antonia Trujillo, respectivamente, y la vicepresidenta del Ejecutivo, María Teresa Fernández de la Vega. En Mérida les esperan buena parte del Gobierno extremeño, encabezado por Juan Carlos Rodríguez Ibarra, para empezar a cimentar un proyecto que ha levantado tanta expectación como incredulidad entre las fuerzas políticas, sindicales y sociales de la región.

Para unos, esta visita demuestra el compromiso Rodríguez Zapatero con Extremadura, mientras que otros esperan a ver qué sale de la visita de hoy para sacar sus propias conclusiones. Sin embargo, las reacciones ya han sido muchas y variadas. Lo cierto es que, en principio, sobre la mesa habrá cinco ejes: la reconversión agrícola, el desarrollo del sector servicios, las infraestructuras, el fomento del empleo y el desarrollo de la industria.

El presidente extremeño se ha mostrado "muy ilusionado" con esta visita para concretar un plan que está "bastante cerrado y acordado", tras mes y medio de negociaciones. Hoy, matiza, habrá que discutir "las últimas cosas y poner algo más". A su juicio, será "un gran plan que complementará el gran trabajo que estamos haciendo los extremeños, que es lo que le he pedido al presidente del Gobierno, porque ya no somos pedigüeños".

Desde otro prisma

No comparte esta opinión el líder del PP extremeño, Carlos Floriano, que pide que este plan especial recoja la creación de 80.000 empleos y precisa que esos puestos de trabajo no deben identificarse con 80.000 contratos, ya que eso sería crear un empleo "ficticio y artificial".

Floriano reclama esta cifra de empleos porque asegura que es similar a la que el Ejecutivo central, en su reunión semanal del pasado viernes, aprobó para tres provincias castellanoleonesas dentro del Plan Noroeste. En todo caso, aclara que las medidas "no irán al Consejo de Ministros al menos hasta septiembre".

Mientras tanto, Izquierda Unida no se atreve a dar cifras y solo quiere que el plan contemple la estabilidad, la defensa de lo público y el protagonismo de las administraciones locales en la creación de trabajo.

El coordinador regional de IU, Víctor Casco, se ha quejado de que la Junta no ha contado con sindicatos, partidos, ni ayuntamientos para redactar esas medidas, y considera que todo será "un circo, la última representación de la magia escénica y la ilusión de Ibarra".

Más comedido se muestra el secretario regional de UGT, Miguel Bernal, que ha solicitado al Gobierno central y autonómico que "huyan de la tentación" de firmar el Plan Especial de Empleo de Extremadura para "ganar una carrera de fechas" y que eviten que tenga exclusivamente un "efecto propaganda".

Además, en su opinión, sería negativo que el presidente del Gobierno firmara hoy "un documento de concreciones en materias políticas, pero no de concreciones en materia económica", avisa.

Al margen de todas las expectativas creadas, lo cierto es que todo está a punto para que el plan que debe llevar a Extremadura a posiciones más avanzadas a nivel nacional construya sus cimientos y comience a crecer.

Tras la visita de hoy, unos se mostrarán satisfechos y, para otros, sus temores se habrán convertido o no en realidad. Reacciones habrá, seguro; lo importante es que de esta reunión salga un proyecto que beneficie a miles de extremeños. Las valoraciones políticas vendrán después, y serán muchas y variadas, como suele pasar en estos casos.