La langosta, un voraz insecto que habita en todos los continentes, vive de forma más o menos anónima pasando inadvertida, hasta que unas determinadas condiciones ambientales, con calor y sequía, provocan de repente una expansión demográfica incontrolada. Se estresan, cambian de color y se agrupan en voraces enjambres que avanzan imparables, en ocasiones miles de kilómetros, poniendo además infinidad de huevos. Y entonces es cuando surge una plaga como la bíblica, lo que los expertos cifran en tres o cuatro langostas por metro cuadrado.

En 1992 la langosta mediterránea o marroquí provocó en Extremadura pérdidas por valor de 826 millones de pesetas, unos cinco millones de euros. De momento, según los ecologistas y la Administración regional, en la comunidad extremeña está controlada la situación, en donde los focos de langosta se reducen a La Serena, Los Llanos de Cáceres y la Sierra de San Pedro, pero este año se mira especialmente hacia otro lugar: Africa.

Allí habita la langosta peregrina, la más voraz de todas las especies y que no teme cruzar el Estrecho de Gibraltar para instalarse en el sur de España --en 1988, impulsadas por el viento, las langostas recorrieron 5.000 kilómetros en seis días, aunque lo normal en el Sáhara es que los enjambres avancen unos 20 kilómetros diarios--.

Las últimas plagas dañinas de langosta peregrina en el mundo ocurrieron en 1987 y 1993, pero, según la FAO, organización de la ONU que se encarga de los asuntos de la agricultura, este año puede ser el siguiente.

Los peligros

"La situación se está recrudeciendo. Hace falta ayuda internacional urgente para evitar que se forme una plaga", advierte la FAO. El mayor peligro se cierne sobre el norte de Mauritania, el sur de Marruecos y el Sáhara occidental, aunque también se ha dado la voz de alarma en zonas de Argelia, Sudán, Malí, Níger y Egipto, pero tampoco está exenta la mitad sur de la Península Ibérica.

El resultado puede ser desastroso. Teniendo en cuenta que una langosta consume cada día su peso en hierba, un enjambre denso puede devorar 3.000 toneladas diarias de vegetación. Y salvo unas pocas excepciones, como los pinos, no hacen ascos a nada: desde plantas silvestres a cultivos de leguminosas y cereales. Su fama, como recuerda la Biblia, está justificada, pero, ¿podrían llegar a Extremadura?

"Las noticias que vienen de la FAO indican que este año la situación es más preocupante, es un problema que está ligado al nivel de calor y el de puesta, debemos estar preparados", sostiene Juan Carlos Antequera, director general de Explotaciones Agrarias de la Junta.

Tanto ecologistas como administración aseguran que en estos casos lo mejor es una adecuada prevención, porque el control de una plaga es casi imposible una vez se han formado grandes enjambres. Si esto sucede, si se llega a la llamada fase gregaria , sólo queda esperar a que mueran por su propia dinámica poblacional o por la llegada de grandes fríos. Los insecticidas no dan abasto.

La prevención consiste en evitar que la langosta llegue a nacer, que el huevo prospere. Y esto es justo lo que se hace desde hace un tiempo en la región con la langosta mediterránea.

Zonas bajo control

"Desde hace algunos años se empezó a trabajar con un control inicial en las zonas de puesta y se ataca a la langosta con una materia activa. Lo importante es cogerla al principio", señala Antequera, quien recuerda que se tiene un control sobre 200.000 hectáreas en la comarca de La Serena y otras 200.000 hectáreas en las zonas afectadas en Cáceres.

Hace unos días aparecían en el DOE las normas para el control y la lucha contra este insecto, así como el listado de municipios en los que se llevará a cabo la campaña del 2004 contra la langosta, en total 48 pueblos, 25 de ellos en la provincia cacereña y 23 en la pacense.

Antonio Gentil, biólogo de Adenex, incide en que los trabajos para mantener a raya al voraz insecto se están desarrollando correctamente. "En el caso de Extremadura se ha controlado la langosta en los últimos 6 o 7 años, aunque no se ha erradicado la especie, ya que eso no es deseable", debido a que constituyen el alimento esencial de algunas especies de aves. "Se hace un seguimiento del ciclo de la langosta y se actúa sobre su puesta y principalmente sobre las larvas".

Esto ha originado que se reduzca considerablemente la plaga. No obstante, Gentil señala que "no hay que descuidarse, porque en cualquier momento podría volver si no se controla adecuadamente".