Graham Vest era abogado en 1869. Tuvo que defender a un cliente cuyo perro había sido asesinado por un granjero. Con una oratoria digna de la judicatura preparó un discurso de defensa y acuñó la famosa frase el perro es el mejor amigo del hombre. De una anécdota nació la creencia célebre de la fidelidad canina.

Herederos o no de la locuacidad del letrado, Extremadura mantiene esa cita en la cúspide de la pirámide. O al menos así lo reflejan las cifras que manejan los colegios de veterinarios extremeños que registran 343.216 perros a enero de 2017. Si este dato se traslada al número de población, 1,1 millones de habitantes, se traduce en que un can por cada tres extremeños.

El registro de animales de compañía de Extremadura calcula que en la región hay 345.668. De este total, más de un 80% son perros y el resto está repartido entre gatos (1.930), hurones (325) y la categoría otros, que comprende desde loros hasta cerdos vietnamitas (197). Esta diferencia tan significativa entre el número de canes y el resto de animales reside, según apuntan responsables del Colegio de Veterinaria pacense, en la obligatoriedad para los dueños de registrar los perros con un microchip, cosa que no ocurre cualquier otra mascota.

En este sentido, las mismas fuentes destacan que las cifras de gatos, hurones y otros animales no son ajustadas a la realidad porque la mayoría de los propietarios no tienen la necesidad de identificarlo debido a que esos animales no salen al exterior y ,por tanto, no figuran en los registros oficiales.

Por provincias se reparten 209.488 en Badajoz y 133.728 en Cáceres. La región es la sexta con más número de perros por habitante, por detrás de comunidades como Cataluña, Valencia y Castilla y León. Las más numerosas siguen siendo Madrid y Andalucía, según indica el último informe de análisis y caracterización del sector de los animales de compañía que publicó el Ministerio de Agricultura en noviembre del año pasado. En cuanto a razas, el cruzado --o mestizo-- es el más común en Extremadura y prácticamente en toda la geografía. El galgo y el podenco se encuentran también entre las razas más habituales en la región, en la mayoría de los casos estas dos razas son las que acompañan a los cazadores. En cuanto a perros domésticos, el mastín español, el Yorkshire terrier, el pastor alemán o el labrador retriever encabezan las listas de adopciones.

De todos los canes que pasean por las calles de Extremadura, un tanto por ciento mínimo pertenecen a razas potencialmente peligrosas. En concreto, según las cifras que maneja el colegio de veterinarios, el número llega a los 1.493 ejemplares, 887 en Badajoz y 606 en Cáceres. En España se encuentran catalogados como perros de raza peligrosa el PitBull Terrier, Staffordshire Bull Terrier, American Staffordshire Terrier, Rottweiler, Dogo argentino, Fila brasileño, Tosa Inu y Akita Inu. El colegio destaca que algunos países de la Unión Europea, además, tienen catalogadas otras razas como el Dogo de Burdeos, el Dóberman, el Bull Terrier, el mastín napolitano o el Presa Canario. En el caso de Extremadura, el Pitbull terrier es la más elegida por los extremeños a la hora de adoptar. El Staffordshire Bull Terrier y el Rottweiler encabezan el podio de razas potencialmente peligrosas.

La tenencia de este tipo de animales está regulada en la ley regional de protección de animales; lo que significa que los futuros dueños deben reunir unos requisitos para adquirir la licencia de adopción, entre ellos, ser mayor de edad, no tener antecedentes penales y no haber sido condenado en los últimos tres saños. Por otro lado, deberán superar un curso básico sobre adiestramiento, habrán de suscribir un seguro de responsabilidad civil no inferior a 175.000 euros y obtener un certificado de aptitudes psicológicas y físicas.

Si bien es cierto que estas razas tienen más tendencia a comportamientos territoriales, el Colegio de Veterinarios indica a este diario que «el 90% del carácter del perro va a estar forjado por la educación que se le brinde durante el primer año de vida y es en este aspecto donde más problemas se presentan».

En ese sentido, incide en que «es mucho más común ver perros de razas no peligrosas educados muy erróneamente y con problemas de agresividad». La diferencia estriba en la potencia física. A modo de conclusión, desmitifican la creencia con respecto a este tipo de razas y añaden que «un cachorro de una raza de perro catalogado como potencialmente peligroso que tenga una buena socialización y buena educación raramente dará un problema en el futuro, según como se eduque y trate al perro así se comportará».