Siete de cada diez mujeres extremeñas viven en el mundo rural y gran parte de ellas se dedica a actividades que tienen que ver con el campo. Su labor, en diversas facetas, está más que presente. Sin embargo, la visibilidad que se les otorga no se corresponde con el trabajo desempeñado. Mucho menos si hablamos de su representatividad en los consejos encargados de tomar las decisiones. Para intentar que la situación cambie y evolucione, la consejería de Medio Ambiente y Rural, Políticas Agrarias y Territorio ha puesto en marcha un proyecto que quiere, a través de la formación, invertir en empoderamiento femenino. El objetivo es que, desarrollando diversos cursos repartidos por toda la región, la mujer rural adquiera las claves necesarias para acceder e influir en los órganos de poder.

Es una de las líneas principales del Plan Estratégico de Igualdad de Género del Medio Rural de Extremadura para el periodo 2017-2020, que apuesta igualmente por la creación de empleo y el fomento del emprendimiento.

EN FUNCIÓN DE LA DEMANDA / El capítulo de formación contará con un presupuesto de casi 100.000 euros con el que se pretenden organizar 40 cursos que lleguen a unas 800 mujeres. El proyecto será adjudicado en breve. «Una vez que se sepa la empresa que los va a impartir, se repartirán por las distintas comarcas en función de la demanda que exista», explica el director general de Desarrollo Rural, Manuel Mejías.

Este plan estratégico ha sido realizado por la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur) a partir de 1.106 entrevistas para recoger cuáles son las necesidades reales. «La formación es muy importante, pero lo que de verdad necesitamos es más mentalización y más servicios, como por ejemplo guarderías y transporte público que nos permitan más independencia», explica Catalina García, portavoz extremeña de Fademur. En este sentido, Mejías recuerda que la conciliación real es otra de las líneas del plan que se irán desarrollando de aquí a 2020.

«Es cierto que las empresas que reciben subvención pública -continúa García- están obligadas a tener un 40% de representatividad femenina, pero la mujer sigue estando en un segundo plano en el campo, y es muy importante que forme parte de las decisiones y que su labor tenga el reconocimiento que merece, sobre todo en cuando a cotizaciones».

En este sentido recuerda que desde que se puso en marcha la ley de titularidad compartida de las explotaciones agrarias (hace casi un año), apenas dos mujeres se han dado de alta en la Seguridad Social. «Aunque sea ella quien realmente gestiona, lo cierto es que la situación económica no acompaña y no hay capacidad para pagar dos cotizaciones, así que ocurre lo de siempre, que se sacrifica la de la mujer».

No obstante, otros los puntos del proyecto estratégico de Agricultura es una campaña de información y promoción de esta ley.

VIOLENCIA MACHISTA / García quiere destacar un asunto que le llamó la atención durante la serie de entrevistas realizadas para elaborar el plan: «Cuando hemos preguntado por las principales preocupaciones que tienen las mujeres en el campo, nos ha sorprendido que una de ellas es la violencia machista, una realidad que no podemos obviar y que, lógicamente, forma parte de la lucha por la igualdad».