Según el Boletín de Coyuntura Regional, la economía extremeña creció el año pasado algo más de medio punto por encima del total nacional y cerca de un punto más que la UE, aunque el comportamiento sectorial fue dispar. De hecho, mientras el sector agrícola, los servicios y la industria crecieron más en la región que en el conjunto del país, no ocurrió así en la energía y la construcción. En términos de riqueza relativa, aunque Extremadura creció por encima de la media nacional, el diferencial es tan escaso que no permite un acortamiento significativo de la brecha que aún nos separa del PIB per cápita medio español. Pero también es cierto que menos es nada.

No obstante, los datos coyunturales del 2008 presentan un preocupante panorama. Y es que los índices intertrimestrales muestran una clara desaceleración de la economía extremeña. Aunque no se puede hablar de recesión, el clima empeoró notablemente en el segundo semestre del año y, además, lo hizo de forma generalizada. Lo peor de estas cifras es que esconden una sangría en el empleo. Como ya anticipamos algunos, lo que empezó siendo una destrucción en la construcción se ha trasladado más pronto que tarde al resto de sectores privados.

Aun arriesgándome a que se me tache de pesimista, el futuro inmediato no es alentador. Como ya dije hace unos meses, posiblemente este año sea uno de los peores de las últimas décadas, por el cúmulo de efectos negativos. Probablemente lo más importante ahora sea resolver los problemas del sector financiero para después ahondar en otras medidas que restauren la confianza, lo que permitirá volver a una senda de crecimiento sostenido.

*Profesor de Economía de la UEx.