El ministro de Asuntos Exteriores de Portugal, Antonio Martins da Cruz, rechazó ayer que exista en este momento un conflicto abierto entre su país y España sobre la soberanía de Olivenza, desmintiendo así el informe de la CIA adelantado el miércoles por EL PERIODICO EXTREMADURA, en el que se situaba en la ciudad extremeña uno de los focos de litigio territorial del mundo.

En un debate organizado por el PSD, y recogido por el diario luso O Publico en su edición electrónica, Martins da Cruz descartó cualquier posibilidad de que se reabra ahora el contencioso de Olivenza, y aseguró que ese tema "no está en la agenda política con España".

El ministro portugués, que señaló que la cuestión "está congelada y no debe reabrirse", aseguró que no se van a emprender iniciativas diplomáticas sobre Olivenza, y agregó que "tenemos que ser cautelosos con ciertos asuntos" que podrían poner en peligro las relaciones con uno de los mejores socios económicos de Portugal.

Para el dirigente luso, "el problema de Olivenza está congelado desde el Tratado de Viena de 1815", rechazado por España que se negó a ceder el territorio a Portugal, aunque no descartó que la cuestión pueda resolverse "en otro momento".

La reivindicación portuguesa sobre la ciudad extremeña ha vuelto al primer plano después de que los servicios secretos de Estados Unidos recogiesen por primera vez en su último informe anual la supuesta existencia de un conflicto luso-español a cuenta de Olivenza.

Esta sorprendente iniciativa, que desde el lado extremeño se ha tomado con humor y como constatación del absoluto desconocimiento por parte de la CIA de lo que ocurre fuera de las fronteras norteamericanas, ha dado alas de nuevo a los grupos minoritarios portugueses que intentan mantener viva la reivindicación de Olivenza como cuestión de honor nacional .

Estos mismos grupos fueron los que provocaron en su día la suspensión temporal del acuerdo entre los dos países para el restablecimiento de las comunicaciones entre la ciudad extremeña y Portugal a través de Puente Ajuda, y que contemplaba la construcción por parte del Gobierno luso de un puente para el tráfico que salvase el Guadiana (ya terminada), y por parte española la reconstrucción del paso histórico, ahora en obras.