El Gobierno portugués ha dado un paso más para impulsar --y a la vez salvar-- el tren de alta velocidad (AVE) Badajoz-Lisboa. El Ejecutivo luso ha aprobado las nuevas condiciones del contrato de adjudicación de las obras del tramo entre la frontera pacense y la localidad de Poceirao. De esta manera aspira a agilizar los trámites, salvando los reparos puesto al documento por el Tribunal de Cuentas, y espera que los trabajos sobre el terreno puedan comenzar en breve.

La maniobra del Gobierno que dirige el socialista José Sócrates llega en un momento en el que la maquinaria de la oposición conservadora trata de crear un clima de tensión política que conduzca a la convocatoria de elecciones anticipadas. El Partido Social Demócrata (PSD), de centro derecha, y el Partido del Centro Democrático Social (CDS-PP), de la derecha ideológica portuguesa, encabezan esta estrategia de presión hacia el Ejecutivo luso. Se trata de dos formaciones que defienden la paralización del proyecto del AVE por el elevado gasto que supone para las arcas de un Estado asfixiado por la crisis, el alto nivel de deuda pública, una tasa de desempleo creciente, la presión de los mercados financieros y la amenaza de una intervención económica de la Unión Europea o el Fondo Monetario Internacional (FMI) para evitar la bancarrota del país.

Sócrates y su gabinete consideran el AVE Madrid-Lisboa como una pieza clave para el país. No solo porque se puede convertir en un símbolo de modernización y de la mejora de las comunicaciones con España y el resto de Europa; si no también porque consideran que puede constituir una ventaja competitiva para la economía lusa y porque sería un ejercicio de solvencia financiera --por su elevado coste, unos 2.400 millones de euros-- ante la comunidad internacional.

MENOS RIESGOS FINANCIEROS Por ello el Consejo de Ministros de Portugal ha aprobado esta semana la revisión del contrato de concesión de las obras para el tramo entre Poceirao-Caya/Badajoz. Esta adjudicación, que se realizó en mayo del año pasado, estuvo a punto de ser rechazada por el Tribunal de Cuentas, que en septiembre detectó, entre otras cosas, que el Estado asumía excesivos riesgos financieros. Ahora el Gobierno espera obtener el visto bueno del tribunal y superar una de los principales obstáculos que han impedido, hasta el momento, el comienzo de las obras --inicialmente previstas para septiembre pasado--.

Sócrates lograría así asestar un golpe a sus opositores. Porque con los trabajos del AVE en marcha, PSD y CDS tendrían mucho más complicado paralizar el proyecto del tren de alta velocidad Madrid-Lisboa; entre otras cosas porque, de hacerlo, el Estado portugués tendría que indemnizar a la empresa constructora, el consorcio Elos (formado por las compañías Brisa y Soares da Costa). Es decir, el remedio sería casi tan gravoso como la enfermedad .

PSD y CDS llevan semanas tensando la cuerda con el objetivo de lograr el cese del primer ministro y la convocatoria de elecciones legislativas adelantadas. Una de las opciones era que el presidente de la República --que es el jefe del Estado, como el Rey en España, pero con mayor poder político-- destituyera al Gobierno socialista de José Sócrates. Sin embargo, el actual presidente, Cavaco Silva, que pertenece al PSD y podría revalidar el cargo en las elecciones presidenciales que se celebran mañana en Portugal, ha descartado hacer uso de esa potestad. "El presidente no debe constituirse en un factor de inestabilidad y el poder de disolución solo debe ser utilizado en situaciones extraordinarias", ha manifestado Cavaco, favorito para estos comicios, según las encuestas.

Fracasada esta opción, PSD y CDS confían en una intervención del FMI en la economía portuguesa que haga insostenible la continuidad de Sócrates o, en último caso, están dispuestos a bloquear en el congreso los planes de inversiones del Gobierno para forzar el adelanto de las elecciones.