La reestructuración del Grupo Parlamentario Popular motivada por la marcha de Carlos Floriano al Congreso ha dejado más confusión que certezas respecto al futuro de los populares en Extremadura. ¿Es la designación de Monago como senador la marca que le acredita como el elegido por el aparato para suplir a Floriano al frente del PP en el concilio de otoño o es un premio de consolación?

La interpretación más sostenida en los mentideros populares es que se trata de una maniobra para hacer creer lo segundo cuando en realidad es lo primero, una vez que todos adivinan, y Monago el primero, que Celdrán no dejará la Alcaldía de Badajoz.

¿Qué sentido tiene que el grupo de diputados tenga dos presidentes, uno oficial (César Díez Solís) y otro... (Floriano)? La impresión general es que el todavía presidente del PP extremeño sabe que va a ser complicado manejar el grupo desde Madrid, y ha preferido colocar a alguien que no levante recelos entre las principales familias populares de cara al congreso de renovación fijado para el otoño.

La guinda del pastel la constituye la entrada en el Parlamento, en la vacante dejada por Floriano, de José Luis Díaz, exalcalde de Plasencia y exdisidente en la cruenta guerra interna por la capital del Jerte, que aún tiene heridas abiertas. Díaz no ha olvidado lo que ocurrió, lo que le coloca frente al aparato que tiene copada la Asamblea; pero tampoco este aparato ha olvidado que su candidatura alternativa hizo a los populares perder Plasencia. Otra piedra en el zapato de cara a un cónclave que se quiere atado y bien atado.

Volviendo al inicio, ¿por qué ese interés en no dar la impresión de que Monago es el designado para presidir el PP? Quizá prime el temor a que desvelar las preferencias demasiado pronto, dando un paso que aumentaría aún más el poder de Badajoz, pueda generar malestar en otros feudos que se traduzca a la postre en ventajas para quienes optan a presentarse para relevar a Floriano en Extremadura.

De estos últimos, sólo Acedo, exalcalde de Mérida, ha dado el paso adelante. Rápidamente se han levantado voces desde el sector favorable a una transición desde dentro de la actual dirección diciendo que no puede ser presidente regional alguien que no esté en el parlamento. Acedo ha replicado con no menos presteza: Javier Arenas ha hecho crecer al PP andaluz sin estar como diputado autonómico.

Con todo, el que representa el exalcalde de Mérida no es el único frente abierto en la sucesión. Como poco, existen otros tres tapados que ya han comenzado a moverse con discreción. Además, el batacazo en las autonómicas, la pérdida de poder local y la caída en votos en las generales en la provincia de Cáceres han empezado a alimentar en muchos militantes populares la necesidad de una renovación total, al considerar que con el actual modelo, el PP en Extremadura participa en una carrera de dos con la idea de terminar segundo.