El precio pagado por el aceite de oliva en origen completó el primer trimestre del 2017 en niveles que no se conocían desde hace mucho tiempo de una forma tan sostenida. En lo que va de año —con datos hasta el pasado 5 de abril—, su coste medio en origen fue de 3,656 euros por kilogramo, según la información proporcionada por la Fundación del Olivar a partir del sistema POOLred. Aunque de momento sean solo poco más de tres meses, este nivel supera toda la serie histórica facilitada por esta entidad, compuesta por las medias anuales desde el año 2000. Además, las perspectivas del sector para los próximos meses no apuntan a que se vayan a registrar descensos significativos. Puntualmente, eso sí, en los últimos años se han llegado a superar estas cotizaciones (en agosto del 2015 el virgen extra llegó a pasar en España de los 4,2 euros).

En este encarecimiento han influido varios factores. En primer lugar, el de que en España ha habido esta campaña una menor producción de la esperada, circunstancia a la que se han unido la mala cosecha en otros países productores como Italia, Grecia o Túnez, la falta de estoc, y el buen comportamiento de la demanda, tanto exterior como interior. Igualmente, también ha contribuido la incertidumbre acerca de cómo puede ser la próxima cosecha, una vez que, de momento, el tiempo no está acompañando.

El promedio elaborado por POOLred se obtiene efectuando la media ponderada según cantidad de todas las operaciones de compraventa para cada calidad y zona de origen, efectuadas entre almazaras (en la región hay unas 130) y entidades comercializadoras. En la primera semana de abril, el nivel ha estado algo por encima, incluso, de la del primer trimestre: en 3,764 euros por kilo, con una cotización de 3,838 para el virgen extra; de 3,745 para el virgen; y de 3,687 para el lampante (el que necesita ser refinado).

«Ahora mismo el granel [de virgen extra] se mueve entre 3,8 y 4 euros, dependiendo de la calidad que tenga», confirma José Pino, presidente de la Sectorial del Aceite de Oliva de Cooperativas Agro-alimentarias Extremadura. «Está un 15% por encima del año pasado por estas mismas fechas. Es uno de los precios más satisfactorios de la última década», remacha.

A su juicio, en esta evolución está siendo determinante el que, ante la falta de precipitaciones, sea «una incógnita» cómo se desarrollará la próxima campaña. «Como no llueva, la cosecha se pone muy mal para el año que viene. La floración va a ser en la primera quincena de mayo y estamos hablando de que el olivo, o tiene agua, o le va a costar trabajo sacar la flor adelante. Y aunque la saque, nos puede pasar lo que en los dos últimos años: que florecen los olivos muy bien pero luego el verano se encarga de llevarse lo que hay porque el árbol no tiene fuerza para seguir adelante con su fruto». Y ante estas dudas, apostilla, el sector cooperativo andaluz —Andalucía es, con diferencia, la principal región productora— «no tiene prisa para vender. Están siendo previsores por lo que pueda pasar el año que viene».

Juan Metidieri, presidente de Apag Extremadura Asaja, coincide en que, aunque en las últimas semanas «se han estancado un poquito», los precios actuales «no se han conocido hace mucho tiempo, quizás hace quince años o más, cuando se pasó de las setecientas pesetas (más de cuatro euros)». Metidieri preside también la Cooperativa La Siberia Extremeña, de Talarrubias. «El último aceite lo hemos vendido, hace ya un mes, a 3,95 euros con retirada en agosto. Luego se ha suavizado un poco la cosa», incide. Todo lo que queda en bodega de esta cooperativa está ya vendido.

La producción de aceite estará este año en torno a los 1,3 millones de toneladas en España, unas cien mil menos que la pasada. En la región se ha pasado de superar las 69.000 toneladas a las 43.600 contabilizadas hasta febrero (con el grueso de la campaña ya completada), con lo que la bajada interanual supera el 35%. «Se preveían unos rendimientos medios de en torno al 20% [veinte kilos de aceite obtenidos por cada cien kilos de aceituna] y nos hemos quedado por debajo, en un 17,5%», arguye el responsable de Apag Extremadura Asaja, quien resalta que en este mercado alcista «también influye que el consumo está yendo muy bien y que hay muy poco enlace de una campaña con otra. En una normal podemos hablar de 400.000 toneladas y este año, cuando arrancó, no había ni 200.000».

Antonio Prieto, responsable de Olivar de UPA-UCE sitúa el precio de las últimas operaciones en la región para el aceite de oliva virgen entre los 3,5 y los 3,6 euros por kilo aunque, precisa, en las últimas semanas han bajado desde los «3,8 o casi cuatro». «Nuestro principal competidor somos nosotros mismos. Varía mucho de tener en España 1,8 millones de toneladas, como hace un par de años, a que sean 1,3 millones, porque los niveles de producción de Italia o Túnez, aunque son importantes, están muy lejos del español».

De acuerdo a las cifras de esta organización, en Extremadura hay unos 60.000 productores, si bien, precisa Prieto, en algunos casos poseen superficies muy pequeñas —«muchos tienen una o dos hectáreas», aduce—, cuya producción se dedica en buena parte al autoconsumo. Para ellos los beneficios de los buenos precios serán casi «insignificantes». Donde el efecto se está dejando notar más es en «zonas muy concretas», fundamentalmente en las comarcas de La Siberia, La Serena o Tierra de Barros. «Un productor que tenga a partir de ocho o diez hectáreas sí que tiene un movimiento importante. De que la aceituna en vez de estar a 0,3 o 0,35 euros por kilo, como ha estado estos años atrás, se pague por encima de 0,6 o 0,7 euros... Ahí sí que hay margen».

Metidieri, por su parte, señala que el alza «siempre beneficia algo al productor. Si está en una cooperativa, le beneficia el 80% o el 90% del incremento; y si está fuera, ponle que un 50% o un 60%».

MODERAR LOS PRECIOS FINALES / También hay coincidencia en que el consumidor final no debe ser el que soporte la mayor parte del encarecimiento. Entre otras cosas, porque un coste demasiado alto puede ocasionar que opte por otros aceites de menos calidad y más baratos. «Ojalá los precios estuvieran siempre así, pero tiene que haber un equilibrio para que nosotros podamos ganar con lo que vendemos, pero que el consumidor pueda seguir comprando. De nada sirve que esto se ponga a cinco euros si luego no lo compra nadie», dice este dirigente de UPA-UCE, quien recuerda que hace no tanto los agricultores han tenido que soportar precios por debajo del coste de producción. «Hace tres años estaba en torno a dos euros», argumenta.

«Yo soy agricultor y tengo olivar y, sinceramente, no quiero que suba más porque se retirará a mucha gente del mercado y eso no beneficia», subraya Metidieri, para quien «un precio razonablemente bueno para el aceite es entre tres euros y tres y medio».

Para José Pino, «El punto de inflexión debe estar en los cuatro euros. A partir de ahí creo que podemos hacerle daño al mercado en lo sucesivo. Que desviemos gente, sobre todo en países que conocen poco el aceite, que los hemos ido abriendo a través de acciones promocionales».

A su juicio, el sector envasador «se ha estado equivocando en los dos últimos años. Han establecido precios cerrados con la distribución pero luego han tenido que ir a abastecerse al mercado a precios muy superiores a los que tenían en los contratos, y eso les ha costado dinero». Por este motivo, apostilla, el aumento de precios todavía no se ha dejado sentir de forma significativa en los lineales, si bien, precisa, «en nada va a empezar a notarse. Y a partir de ahí habrá que evaluar si se está o no haciendo daño al consumidor».

Pino es también uno de los responsables de la Cooperativa La Unidad, de Monterrubio de la Serena, que esta campaña ha producido 4,5 millones de kilos de aceite. «Hemos sido los que más aceite hemos molturado en Extremadura», asegura. «Curiosamente estamos vendiendo el granel mucho más caro que el envasado. Estamos aplicando la política contraria, el envasado a 4,2 y a granel a 4,4 (euros por kilo de virgen extra, incluyendo el IVA), para tener un guiño con nuestros consumidores, que siempre han estado con nosotros», arguye. «Muchas industrias están haciendo lo mismo, no quieren perder consumidores ante la incógnita de qué va a pasar», remarca.

Por último, el presidente de la sectorial subraya «el efecto llamada que se está produciendo en el sector del aceite», con una creciente implantación de hectáreas de superintesivo. «La realidad del sector no es la que estamos viendo ahora, que es un sueño muy bonito que ojalá dure, pero que no va a seguir así toda la vida».