Hace justo un mes, el barril de petróleo tipo Brent alcanzaba su máximo histórico de 147,3 dólares en una escalada de precios que parecía no tener fin. Entonces, las petroleras y distribuidoras se apresuraron a trasladar ese alza al precio de los carburantes en surtidor: el gasóleo alcanzó los 1,35 euros el litro en Extremadura, mientras la gasolina de 95, la más consumida, rondaba los 1,30 euros. Ahora el precio ha caído hasta los 113 dólares, un 23% menos. Sin embargo, el gasóleo apenas ha bajado en la región 10 céntimos y la gasolina ocho, es decir, rebajas del 7% y el 6% respectivamente.

De haber aplicado las distribuidoras la bajada del crudo a los carburantes con la misma celeridad que aplicaron en su día la subida, el precio del litro de gasóleo en surtidor tendría que estar en 1,08 euros, y el de gasolina en 1,06. Es decir, el usuario se estaría ahorrando nada menos que 12 euros cada vez que llenase el depósito de gasóleo y 11 euros si lo que consume su coche es gasolina.

La explicación que las grandes compañías dan a este fenómeno es que los precios del crudo se refieren a mercados de futuro, es decir, compromisos de compra a tres meses vista, con lo que las rebajas al carburante tardan en reflejarse. Sin embargo, este razonamiento parece no servir cuando el petróleo sube, ya que los incrementos en el combustible son casi inmediatos.

RECAUDACION POR IVA La distancia entre la evolución de los precios del crudo y lo que se aplica a los carburantes no es un fenómeno nuevo, pero sí parece haberse acelerado en los últimos meses, especialmente en lo que se refiere al gasóleo. En lo que va de año, este combustible ha visto incrementado su precio siete puntos por encima de lo que ha subido el petróleo, lo que ha supuesto que ya sea más caro que la gasolina.

Las principales beneficiarias de estos incrementos son las petroleras, cuyo margen de beneficio en el refino se incrementa pese a que, para aquellos casos que no dispongan de sus propios pozos de petróleo, el coste de la materia prima haya subido.

Sin embargo, no son las únicas que se benefician. También el Estado logra mayores ingresos al amparo de esta situación.

En España, el precio del litro de combustible en surtidor está compuesto por tres factores principalmente: el precio sin impuestos (lo que cobra la distribuidora), el Impuesto Especial de Hidrocarburos (0,28 euros por litro para el gasóleo y 0,37 para la gasolina) y el IVA (un 16% sobre la suma del precio sin impuestos mas el Impuesto Especial de Hidrocarburos).

Así, hace justo un año, cuando se llenaba un depósito de un vehículo diesel, el Estado ingresaba por Impuesto Especial 19,6 euros, lo mismo que ahora.

Sin embargo, entonces el IVA que recaudaba el Estado por cada depósito estaba en algo más de diez euros, y ahora, al incrementarse notablemente la cantidad sobre la que se aplica el porcentaje, ha subido hasta 14 euros, es decir, un ingreso extra de casi cuatro euros cada vez que se reposta.