Claro que se nota la crisis en el precio de la tierra, afecta a todo". José Cruz, secretario de Agricultura y Desarrollo Rural de UPA-UCE, no tiene dudas en vincular con la mala situación económica la primera caída del precio de las fincas agrarias en Extremadura en diez años, que se registró en el 2008 (último dato disponible). Así lo refleja la Encuesta de los Precios de la Tierra, del Ministerio de Medio Rural, que indica que el coste de este bien se redujo un 0,9% en la región --lo mismo que a nivel nacional-- y lo confirma también el presidente de APAG Asaja, Bibiano Serrano, que como Cruz vincula este fenómeno a la huida de inversores de sectores ajenos al agrario (construcción, servicios...). Ambos aseguran que el mercado está paralizado y solo se dan transacciones menores o ventas de productores al límite .

"Estábamos advirtiendo que en los últimos años se estaban produciendo unas compras de fincas agrarias por parte de empresarios ajenos al campo (constructores, hosteleros... incluso famosos) que estaban distorsionando la estadísticas". Así explica el responsable de Agricultura de UPA el alza del precio de la tierra en Extremadura entre 1998 y el 2007. Una tendencia que se rompe con la crisis en el 2008, cuando el coste medio de la hectárea pasa desde los 4.538 euros a estar por debajo de los 4.500, y que Cruz vincula con la desaparición de esos inversores aficionados . "De no ser por ellos --argumenta-- el bajón se hubiera registrado mucho antes".

Así lo considera también Serrano, que detalla que hace tiempo que los agricultores, por la complicada situación que atraviesa el campo, no tienen capacidad para comprar tierras. "Además, ¿quién va a querer invertir en un negocio que no es rentable?", se pregunta recordando que los productores viven momentos de gran incertidumbre, al estar vendiendo la mayoría de sus cultivos por debajo de costes.

SECTOR PARALIZADO Ante este panorama, Cruz y Serrano coinciden en confirmar la paralización del sector. El responsable de Agricultura de UPA asegura que apenas se producen transacciones, más allá de las de carácter familiar o las pequeñas compras de terrenos anexos a sus fincas, mientras que el presidente de APAG apostilla que "el único que vende es porque no le queda más remedio por estar asfixiado y lo hace a un precio irrisorio".

Asimismo, ambos señalan que se trata de un problema generalizado, ya que la crisis del campo está afectando a todos los sectores. "Quizá en el regadío hay un poco más de movimiento --concede Serrano--, pero poco". "Nadie va a hacer inversiones donde no hay buenas expectativas", resume Cruz.

Ya a principios de los 90 se vivió una situación similar, cuando el precio de la tierra llegó a caer hasta un 17,7% en el conjunto del país. Ahora está por ver hasta dónde llega la onda expansiva de la explosión de la burbuja inmobiliaria.