Los precios de la tierra agrícola en Extremadura se entancaron en 2002 por primera vez en diez años, según la encuesta elaborada por el Ministerio de Agricultura y las comunidades autónomas que se conoció ayer. El valor medio oficial de una hectárea de secano en la región se situó en 2.718 euros (452.000 pesetas), la misma cantidad que el año anterior. En cuanto al regadío, pasó de 10.000 a 10.523 euros (1,7 millones de pesetas), lo que supone un incremento de apenas un 5%. Según el Ministerio de Agricultura, en las comunidades de Extremadura y Madrid "se aprecia un estancamiento generalizado de los precios en todos sus tipos de tierras".

Atendiendo a la estadística oficial que elabora el ministerio desde 1983, el año 2002 ha supuesto un receso en la escalada de precios de la tierra en Extremadura, aunque no tan pronunciado como el bache registrado entre 1991 y 1993. Durante estos años, el valor de las tierras no sólo no subió sino que descendió como consecuencia la crisis que atravesó el sector, atenazado por la sequía. De media (entre secano y regadío), el precio de una hectárea subió un 5,9% en 2002 en España, si bien hubo comunidades con incrementos muy superiores. Son los casos de Murcia (casi un 20%), Baleares o Navarra (el 14% en ambos casos).

El Ministerio de Agricultura lleva casi 20 años analizando la evolución de los precios de la tierra en las diferentes provincias y comunidades españolas. En este periodo, el valor de las parcelas agrícolas se ha triplicado en Extremadura. Sin embargo, fuentes del sector agrario dudan de la estadística oficial y dicen que el precio de las tierras sigue creciendo. De hecho, en Miajadas se puede llegar a pagar hasta 36.000 euros (6 millones de pesetas) por hectárea de regadío. En arriendo, se pagan entre 1.000 y 1.200 euros (200.000 pesetas).

ESTADISTICA "DISTORSIONADA"

Luis Cortés, secretario regional del sindicato Coag, asegura que la práctica generalizada de escriturar las tierras a un precio muy por debajo del real de mercado "distorsiona" la estadística oficial. Se procede de esta manera con el objetivo principal de aminorar la presión fiscal tanto para el propietario como para el futuro comprador (éste paga un 6% adicional de impuesto de transmisiones patrimoniales). Es decir, que en los papeles la tierra tiene un precio pero en la realidad es muy superior.

Cortés considera que la tierra ha subido y lo seguirá haciendo porque se trata de una inversión atractiva. A raíz de la mala evolución del mercado bursátil en los tres últimos años, las fincas se han convertido en un refugio seguro para el dinero de ahorradores ajenos al sector agrario, así como de personas que han visto en las tierras el paraíso para aflorar dinero negro. También resulta atractivo por ser un bien que se revaloriza sin apenas coste de mantenimiento.