La muerte de Adolfo Suárez el pasado domingo hasta su despedida el miércoles ha partido la semana en dos, pero a la vez ha unido a la gran mayoría de los españoles en torno a valores y principios democráticos que habían perdido el norte en la España actual. 40 años han tenido que pasar para que se reconozca la valentía y profundidad política que encerraba la acción de gobierno de Suárez.

Durante estos días de luto nacional han sido muchos los que han tenido fe en que la despedida y los honores a nuestro ejemplar primer presidente sirviera como relanzamiento de la cultura de aquello que ha dado en llamarse la "altura de miras" en política. De hecho, desde distintos flancos informativos y políticos han trabajado para que el poso de su muerte permaneciera lo máximo posible en nuestro día a día. Aquí se le concederá la Medalla de Extremadura a título póstumo el próximo 7 de septiembre.

Pero el hombre, como buen animal de costumbres, se ha acomodado en una actividad política de choque de trenes, de enfrentamiento y del "tú más". En uno de los momentos más delicados de la etapa democrática, con una crisis que remonta a nivel macroeconómico en la Bolsa y que provoca la humillación y la indignación de quienes ven perder su lugar en el mercado de trabajo, el país carece de dirigentes comprometidos dispuestos a hacerse la foto de grupo a modo de propuesta conjunta.

A lo máximo que hemos llegado estos días ha sido a la puesta en escena de la falsa pero necesaria amistad del bipartidismo que han escenificado Cristóbal Montoro y Elena Valenciano en los pasillos del Congreso al desearse suerte mutuamente para las elecciones europeas "por el bien de los españoles". Y aunque sí podemos estar preparados para celebrar mítines electorales y elecciones europeas, ¿estamos listos para compartir este espacio común que es la Unión Europea?

LA ALEMANIA de Angela Merkel expulsará a todos aquellos extranjeros que no encuentren trabajo y defrauden al Estado a través de las ayudas sociales. Para no quedar mal con franceses, españoles o italianos, la excusa han sido rumanos y búlgaros, una población más estigmatizada por los problemas sociales que los ministros alemanes se han encargado de señalar oportunamente. Cada país a su manera, todos pretenden frenar la "emigración pobre" que contrasta con los dos millones de trabajadores extranjeros que hasta hace poco necesitaba Alemania hasta 2020 para mantener al alza su PIB y hacer sostenible sus sistema de pensiones.

Un efecto llamada para el empleo que en apenas unos años se ha convertido en una puerta giratoria de vuelta a sus países. La triste realidad es que el Estado de Bienestar alemán ha atraído a miles de europeos sin prestaciones sociales que habían visto en Merkel a su ángel de la guarda.

XPERO LAx receta de los minijobs va llegando a su fin. No es razonable cobrar más estando en paro que teniendo un empleo. Un camino que en España recorremos hasta la precariedad y que está provocando que incluso trabajando, la población no llegue a fin de mes y mucho menos a pagar sus facturas de la luz o el gas. El 17% de los hogares, siete millones de españoles, tienen problemas para ello. Familias que dedican más del 10% de sus ingresos a pagar las condiciones mínimas de vida. La pobreza energética provoca ya 7.200 muertes prematuras cada año. Extremadura está entre las regiones con mayores dificultades para pagar el recibo de la luz, según un informe de la Asociación de Ciencias Ambientales.

Y según Cáritas, ONG que ha frenado la exclusión social en España y de la que el Ministro Montoro dice que sus "informes no se corresponden con la realidad", España es el segundo país de la UE con mayor tasa de pobreza infantil, superada solo por Rumanía, esa que Merkel se quiere quitar de encima.

En Extremadura la reacción ante este distanciamiento entre la sociedad empobrecida y la que mantiene su estabilidad adquisitiva ha venido por parte del consejero de Salud y Política Social, Luis Alfonso Hernández Carrón . Ha propuesto modificar la ley de Renta Básica para que se agilicen los trámites burocráticos. Era el golpe de efecto esperado tras pedir comparecer en el pleno del Parlamento. Un cambio normativo que tendrá que dar respuesta a las 15.000 solicitudes que ahora están por resolver.

Llevamos ocho meses de aplicación de la ley y se han resuelto 3.500 peticiones. A este paso y al mismo ritmo burocrático, la última solicitud se habría resuelto al menos dentro de tres años. Ahora se reforzará el personal destinado a ello con 76 trabajadores sociales de base más y también se eliminarán algunos criterios que impedían a algunas familias ser beneficiarios, como tener una pensión no contributiva como único ingreso o un coche de más de 10 años, con lo que se reconoce que la ley no era todo lo justa y ajustada a las necesidades actuales.

UNA VEZ MAS el tiempo pone a cada cosa en su sitio. El año 2020 también nos dirá a los extremeños si hemos aprovechado los próximos cinco años para converger con Europa. El miércoles nos visitaba el Comisario de Política Regional de la UE, Johannes Hahn , quien ha alabado el proceso que Extremadura está llevando a cabo para sacar mayor partido a los fondos europeos en el período 2014-2020 y superar la barrera de la convergencia, situada en el 75% del PIB, y dejar de ser así Objetivo Convergencia, la única región de España. Un programa de crecimiento inteligente que desarrolle industrias de alta tecnología que tienen un efecto multiplicador del empleo mayor al del sector productivo actual.

En el año 2000, Extremadura se posicionaba en el 62% y durante 10 años, hasta 2009, nos acercamos a la convergencia alcanzando el 72% del PIB. En 2005 el entonces consejero de Hacienda, José Martín , afirmaba que convergíamos "sin prisa pero sin pausa". Con la llegada de la crisis comenzamos a perder renta per cápita como otras 12 comunidades y en apenas dos años (del 2009 al 2011) perdimos cinco puntos de poder adquisitivo situándonos en torno al 67%.

José Antonio Monago ha vuelto esta semana a denunciar la falta de compromiso del Estado con Extremadura. Y es que según lo acontecido antes y durante la crisis, sólo con la ayuda de Europa nunca podremos superar la barrera de la convergencia comunitaria. Además, ahora sí tenemos prisas. Asomarse a 2020, es un precipicio para el que ni estamos preparados, ni mucho menos estamos listos.