Natalia Marcos Carrasco no es consciente de cuándo quiso estudiar Medicina pero sabe que lo hizo por vocación. De Navalmoral de la Mata se marchó a estudiar la carrera a la Universidad de Salamanca, «por cercanía y porque me atraía la ciudad» y ahora ha vuelto a hacer las maletas rumbo a Madrid.

Es una de las extremeñas, si no la primera, que ha obtenido la mejor nota en el último examen de MIR (Médico Interno Residente), necesario desde 1995 para poder ejercer en el sistema público. A esta prueba se presentaron a finales de enero más de 13.000 titulados, de los que 10.500 (201 de la Universidad de Extremadura) superaron la nota de corte y obtuvieron número de orden para poder elegir alguna de las 6.328 plazas ofertadas en España.

Natalia quedó en el puesto 89 y lo tenía claro. «Busqué sobre todo en Madrid. Quería un hospital grande porque hay más pacientes y puedes coger más experiencia». Su nota se lo puso fácil y le ha permitido cumplir su objetivo. La semana pasada comenzó su residencia en el Hospital Ramón y Cajal de la capital. «Cuando acabas no tienes referencias, pregunté en este hospital y me dio muy buenas sensaciones». También tuvo claro su especialidad: Aparato Digestivo, aunque dudó con Neurología. «Me gusta que tiene mucho intervencionismo y es muy amplia», cuenta la primer médico de su familia.

Una prueba «dura»

Obtener ese buen puesto no ha sido fácil. «Me fui a Oviedo a estudiar el MIR en una academia que te permite ir a clase todos los días. Solo descansaba los domingos, ha sido duro pero ha merecido la pena». Natalia, como la mayoría de los primeros médicos en elegir plaza, ha optado por formarse en una especialidad hospitalaria. Las más demandadas suelen ser Cardiología, Cirugía Plástica, Neurología, Pediatría,... mientras Medicina Familiar y Comunitaria es de las últimas en cubrirse, al menos en la región. «Familia es una especialidad dura y en Extremadura, donde la mayor parte de la población es rural y dispersa, tiene menos atractivo que en otras comunidades con poblaciones más grandes», reflexiona Carlos Arjona, presidente del Colegio de Médicos de Cáceres. El prestigio de determinadas especialidades hospitalarias, el reconocimiento social, los gustos y las salidas laborales son otras causas para decantarse primero por servicios hospitalarios según la jefa de estudios de la Unidad Docente de Medicina de Familia del Área de Salud de Cáceres, Nuria Mateos, que añade que eso está empezando a cambiar. «La oferta laboral de Medicina de Familia es muy amplia porque se están jubilando muchos profesionales y seguirán haciéndolo», advierte. Es más, el jefe de estudios del Complejo Hospitalario de Badajoz, Remigio Cordero, cree que si los recién licenciados conocieran más los centros de salud, habría más vocaciones de médicos de familia.

En Extremadura este año había 147 plazas de formación sanitaria disponibles que se completaron el último día de ajudicación. La última plaza en ocuparse fue de Medicina Familiar (había unas 50 en total) en el Área de Salud de Navalmoral de la Mata. La elegió la aspirante número 8.034.

«Sea cual sea la plaza y el orden de elección y de si Extremadura es atractiva o no, la calidad de la formación sanitaria en la región está garantizada, hay que pasar auditorías del ministerio cada dos o tres años y se superan holgadamente», coinciden los jefes de estudios.

Luis Miguel Sierra Murillo podrá dar buena cuenta de ello. Cuando tenía unos 7 años se rompió la tibia y el peroné y aquella radiografía le fascinó. «No tenía ni idea de lo que era la medicina, pero se me metió en la cabeza». Este médico de Badajoz ha sido el primero en elegir plaza en la región. Lo hizo el primer día de adjudicación. Se decantó por el Infanta Cristina y Neumología. Lo tenía claro desde el cuarto curso de la carrera, que hizo en la facultad de Badajoz. «Siempre he tirado por especialidades más médicas que quirúrgicas y aunque dudé con Traumatología y Familia, a partir del quinto año lo tuve claro. Neumología además de tratar a pacientes crónicos te permite también resolver situaciones agudas rápido y requiere de habilidades manuales», cuenta el joven de 24 años.

En cuanto al hospital elegido reconoce que preguntó en Sevilla, Salamanca y Madrid pero «aunque puede que no sea tan puntero como otros grandes hospitales, el servicio aquí es muy bueno. Ya hice prácticas y el ambiente es excepcional, los tutores se implican mucho y es el lugar idóneo para poder desarrollarme profesionalmente. Estoy muy orgulloso de pertenecer a este servicio». Luis Miguel no esperaba ser el primero en elegir una plaza MIR extremeña, «lo recordaré como una anécdota», y espera que esta sea una de las etapas más bonitas de la carrera que se está labrando con su esfuerzo y tesón. «El MIR es duro, es una carrera de fondo, pero lo recuerdo con cariño porque te demuestra que el esfuerzo tiene un significado».

De Sevilla a Cáceres

Tras Luis Miguel, en el puesto 774, María Luz Gutiérrez González escogió la segunda plaza de Extremadura, Pediatría también en Badajoz, y la tercera plaza adjudicada en la comunidad fue en el Complejo Hospitalario de Cáceres. Es la elección de Jesús García Armario, en el puesto 986, a pesar de no ser extremeño. Este joven sevillano de 23 años terminó la carrera de Medicina en la Universidad de Sevilla el año pasado y acaba de comenzar su formación sanitaria en el Hospital San Pedro de Alcántara. Tenía claro que quería formarse en Cirugía Plástica Estética y Reparadora y lo consiguió en Cáceres. «Pensé que tendría que irme más lejos de Sevilla, pero estoy muy contento. Mi padre hizo la mili en Cáceres, me habló muy bien y tenía referencias de la ciudad, así que cuando ví que estaba libre para la especialidad que quería, me decidí».

Cáceres es la tercera ciudad que puso en su solicitud, tras Sevilla y Córdoba, donde las plazas de Cirugía se agotaron pronto (hay 30 en todo el país). Esta especialidad además no se oferta todos los años en la región, así que Jesús se siente afortunado. Le gustaba Dermatología pero al final se inclinó por Cirugía Plástica «porque más que salvar, me gusta hacer feliz a los demás con mis manos, por eso la escogí». Comenzó su formación el pasado lunes y el viernes ya hizo su primera guardia en el San Pedro de Alcántara. «Cuando llegas impresiona un poco, pero estoy tranquilo y muy contento porque voy a aprender de buenos profesionales».

Las pocas dudas que tuvo al elegir su especialidad no las tuvo nunca con la carrera que quería estudiar. «Desde los 8 años quería ser médico. Mi madre está en silla de ruedas, nunca la he visto andar y cuando era niño pensaba en la manera de poder curarla. Ese sentimiento caló dentro de mí desde muy pequeño y cuando los niños querían ser astronautas yo solo pensaba en ser médico». Y se ha convertido en el primer médico de su familia. «Dicen que mi bisabuelo empezó la carrera, pero no terminó». Reconoce que aunque es una profesión dura, «es también la más agradecida» y destaca la posibilidad de estar con las personas en los mejores y los peores momentos de su vida. En el nuevo periodo de formación que acaba de empezar espera seguir sintiéndose en Cáceres tan feliz como lo fue el primer día que pisó el hospital.

«La mejor decisión»

Esa felicidad la comprende a la perfección una extremeña que también a base de esfuerzo ha cumplido uno de sus sueños. Cuando Ana Cuéllar Parada, natural de Solana de los Barros, terminó el instituto decidió estudiar Enfermería. «Yo quería hacer Medicina, pero mis padres eran mayores, vivíamos con una pensión de la agricultura y tenían miedo por si no conseguía beca algún curso, así que me animaron a hacer Enfermería, eran tres años y más asequible». Cuando terminó su carrera, comenzó a trabajar pero a los 28 años quiso quitarse la espinita clavada. «Tenía turnos cómodos en el trabajo y me dije: ‘voy a probar Medicina’». Entre jornada laboral y jornada laboral, estudiaba y terminó la carrera en los 6 años, mientras cuidaba de su madre también. Tras 13 años trabajando como enfermera, lo dejó el verano pasado para dedicarse de lleno al MIR (y a dar clases de spining en sus ratos libres). «Me gusta estudiar y no fue un trabajo».

Y también superó el pasado enero esa prueba. Ana, en el puesto 4.128, ha elegido la primera plaza extremeña de la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria. Reconoce que días antes de elegir su plaza tuvo dudas. «Mi primera opción era Traumatología y luego pensaba en Intensiva o en Nefrología, pero allí lo vi claro. Me gusta mucho el trato con el paciente y las urgencias son mi gran pasión. Ver al paciente en su entorno y saber un poco de todo. No tengo el concepto de la medicina solo de curar a un paciente sino también de poder acompañarlo hasta el final». De lo que nunca dudó era de que se quedaba en Extremadura y cerca de su casa -vive en Aceuchal-, «por eso al ver Medicina de Familia libre en Mérida no me lo pensé. Solo llevo tres días y estoy muy contenta. Es la mejor decisión que he tomado en mi vida».