Los Príncipes de Asturias acompañaron ayer a los familiares de los once trabajadores forestales que murieron en el incendio de la provincia de Guadalajara en un funeral celebrado en la Iglesia del Fuerte de San Francisco que reunió a más de mil personas, parte de ellas en el exterior del templo.

A su llegada a la iglesia, Don Felipe y Doña Letizia, vestidos con trajes oscuros, expresaron su condolencia a los familiares de las víctimas y, banco por banco, dieron la mano, besaron y abrazaron a los allegados en cuyos rostros se reflejaba el dolor y la emoción.

Los presentes recordaron a Jesús Angel Juberías Navarro, de 43 años; Mercedes Vives Parra, de 34; Julio Ramos Ballano, de 28; José Ródenas Parra, de 52; Manuel Manteca Hernández, de 23; Luis Solano Montesinos, de 35; Marcos Martínez García, de 24; Jorge César Martínez Villaverde, de 24; Sergio Casado Iritia, de 23; Pedro Almansilla Fuero, de 52 y Alberto Cemillán Jadraque, de 37. La familia de Jesús Abad, de 45, que resultó herido, también fue al funeral.

HOMILIA En la homilía, el obispo de Sigüenza-Guadalajara, José Sánchez, invitó a todos a hacer "un riguroso y sereno "análisis de lo sucedido para "sacar las debidas consecuencias y corregir o mejorar conductas donde haya lugar". El prelado seguntino se refirió a los "sentimientos de impotencia que nos embargan" ante lo que "ya no tiene remedio, pero que consideramos lo hubiera tenido, si las circunstancias reales, la actitud de otras personas o la nuestra propia hubieran sido distintas".

"Si no hubiera sido por el viento, por la sequía y, en definitiva, por el fuego" --dijo José Sánchez-- "si los bosques estuvieran mejor cuidados, si los excursionistas y turistas tuvieran más precaución" o si los profesionales no hubieran ido al lugar del peligro, si no hubieran entrado...".

Pero, "hoy ya es demasiado tarde --agregó-- para que estas condiciones y otras parecidas se cumplan y pudieran tener un efecto de devolvernos a la vida a los seres queridos que la muerte violenta nos ha arrebatado".

Sánchez concelebró la misa, que tuvo una hora de duración, con el arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares, y el obispo auxiliar de esta archidiócesis, Carmelo Borobia, además de medio centenar de sacerdotes, en un altar en el que destacaba la presencia de una corona de flores de la Federación Nacional de Bomberos de Francia, mientras que los bomberos de Cataluña enviaron a una representación. Al lado izquierdo de la iglesia, frente al altar, se situaron las autoridades encabezadas por la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega; el presidente del Congreso, Manuel Marín; el del Consejo General del Poder Judicial, José Francisco Hernando; y el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda. Los ministros de Defensa, José Bono, y Medio Ambiente, Cristina Narbona, compartieron banco con el presidente del PP, Mariano Rajoy, y el presidente de las Cortes de Castilla-La Mancha, Fernando López Carrasco. También estuvo el coordinador general de IU, Gaspar Llamazares.

GRITOS DE PROTESTA A la llegada de los líderes políticos, entre ellos, la consejera de Medio Ambiente de Castilla-La Mancha, Rosario Arévalo, que ha presentado su dimisión a raíz del incendio, se profirieron algunos gritos de protesta mezclados con aplausos y se produjeron incidentes entre miembros de retenes, ataviados con monos amarillos, cuya entrada al templo impidió la Policía. Estos gritos se acentuaron a la salida del funeral cuando algunos asistentes pidieron la dimisión del presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, y de los ministros Bono y Narbona, y otros daban vivas a los miembros de los retenes.

Los Príncipes de Asturias, tras despedirse de los concelebrantes al pie del altar, abandonaron el templo saludando nuevamente a los familiares y, ya en el exterior, recibieron fuertes aplausos de las cientos de personas que no accedieron al interior del convento.