Y pudieron conocer la historia de su familia. Y enterrar a su abuelo con dignidad. Y vivir en primera persona qué significa recuperar la memoria histórica para cerrar heridas. Los cuatro nietos de Francisco Romero Carrasco, el catedrático extremeño amigo de Antonio Machado cuyos restos fueron hallados en la Fosa de los Maestros de Soria, asistieron el pasado martes al acto de homenaje que se le rindió en Santa Marta de los Barros, su localidad natal, donde Romero ya descansa en un nicho del cementerio municipal junto a su madre y su hermana.

Los cuatro nietos volaron desde Canadá, país donde residen, para despedirse de ese abuelo al que nunca pudieron conocer.

Francisco Romero nació en 1878 y fue fusilado al inicio de la Guerra Civil, en el verano de 1936. En su expediente penitenciario de la cárcel de Almazán (provincia de Soria) se recoge que fue detenido el 20 de agosto, con 57 años, cuando no contaba con ningún antecedente. Fue conducido a Cobertelada, a 15 kilómetros de Almazán, donde un grupo de falangistas acabó con su vida y con la de otros cuatro maestros.

En Chile

La recuperación de su legado partió de la asociación Recuerdo y Dignidad de Soria que, tras años de búsqueda y gracias a la pista de un familiar lejano de Santa Marta, lograron localizar a los nietos. Una prueba de ADN enviada desde Canadá confirmó el hallazgo.

La búsqueda partió de Santa Marta de los Barros para averiguar que los familiares de Francisco Romero emigraron a Chile, y desde allí se trasladaron después a Vancouver huyendo de la dictadura militar de Pinochet.

Sus nietos desconocían la historia del abuelo. No sabían que era amigo íntimo de Machado, que fue fundador de la Universidad Popular de Segovia y director de las colonias de la Institución de Libre Enseñanza; o que trabajaba en un proyecto con su mujer: el orfanato para hijos de profesores de la Escuela Normal.

«Desapareció de su merecido lugar en la historia de la cultura española como lo hizo su cuerpo», subrayó tras el descubrimiento Iván Aparicio, portavoz de Recuerdo y Dignidad.

El acto

Francisco Romero recibió sepultura junto al monolito que rinde homenaje a las víctimas de la represión franquista. Fue el Ayuntamiento de Santa Marta de los Barros el que organizó el acto. Su alcaldesa, Ana Belén Cabañas Noriega, tomó la palabra para subrayar que con este enterramiento, se daba un paso más «hacia la reconciliación, puesto no deja de ser un gesto de humanidad, solidaridad y justicia social, tres de los pilares básicos de la democracia española».

También añadió que agradecía la labor de «todos lo que se han visto implicados en este proyecto de reparación de la memoria de este insigne vecino, así como la de quienes día a día siguen trabajando para poner nombre y dar dignidad a los muertos y desaparecidos forzosos».

Un desconocido

En la localidad pacense (4.300 habitantes) muy pocos conocían la historia de este paisano hasta el pasado mes de septiembre, cuando se exhumaron sus restos de la fosa clandestina y se dio a conocer su legado. Por ello, ayer se convirtió en un día especial.

Para los cuatro nietos significó una conmovedora manera de recuperar el vínculo con España y de indagar en esa parte de la historia que ni su abuela ni su madre habían contado nunca.

Fue una despedida sencilla y emocionante. Después de más de ochenta años yaciendo en una fosa común de Soria, Francisco Romero volvió a su tierra natal para descansar junto a los suyos. Y sus descendientes pudieron vivirlo.