Los extremeños no han dejado de fumar, pero sí de pagar impuestos para consumir tabaco. La subida del precio de las cajetillas, los pocos recursos de las familias para llegar a fin de mes y las diversas opciones para acceder al mercado ilegal -con precios muchos más económicos aunque el producto no esté sometido a ningún tratamiento ni control- están mermando la recaudación oficial por la venta en sitios legales. Según los datos sobre Extremadura del Comisionado para el Mercado de Tabaco del Ministerio de Hacienda, en los últimos seis años se han acumulado pérdidas de más de 64 millones de euros a causa del negocio en negro. De este modo, si en 2010 se registraron 316 millones, a partir de ese año empezó la caída continuada hasta llegar en 2016 a los 252 millones. Y teniendo en cuenta que la venta ilegal sigue ganando terreno, se espera que este 2017 el dato sea aún menor.

Aunque se ha intentado frenar esta sangría económica con la subida de precios, si se analizan los datos en global, las cifras evidencian que la tendencia sigue un camino negativo y que la recaudación continuará disminuyendo. No obstante, si se pone el foco en la venta de tabaco de liar, la pérdida es menor porque este producto tiene cada vez más adeptos que las tradicionales cajetillas por ser más barato. Pero aquí surge de nuevo el problema, porque en Extremadura la picadura es lo que más se comercia en el mercado negro. Es más, la región encabeza el ranking nacional en este tipo de contrabando.

EN VIVIENDAS PARTICULARES / Desde la compañía Altadis denuncian que a la venta ilegal en internet, kioskos y bazares se une cada vez más la posibilidad de adquirir el producto en domicilios particulares, una práctica que se ha notado especialmente a lo largo de este año 2017.

Los estanqueros extremeños lamentan la situación y aseguran que las consecuencias para ellos son aún peor. «Nosotros calculamos un agujero de más de cien millones cada año», asegura Francisco Javier García, presidente de la Asociación de la Provincia de Badajoz. «Antes con las cajetillas se podía calcular qué porcentaje de ilegalidad existía (era más del 50%), ahora con la picadura es imposible y parece que el contrabando ha desaparecido, pero todo lo contrario, va a más», subraya. Y apunta que el 80% del precio del tabaco son impuestos.

Lo cierto es que en el periodo analizado, de 2010 a 2016, en Extremadura se despacharon 38 millones de cajetillas menos. Por el contrario, se vendieron 30 toneladas de tabaco de liar más, pero este incremento -que vino motivado por la crisis ya que la opción de picadura resulta más rentable- no suple al negocio tradicional. El mercado negro no lo ha permitido.

Talayuela y Campo Arañuelo / El acceso al contrabando en Extremadura no es solo una cuestión de los clientes. Algunos agricultores de la región (aquí está el 95% de la producción nacional) también han decidido dejar los cauces oficiales para entrar en este terreno. De este modo, parte del tabaco ilegal que se fuma en la comunidad se cultiva en las zonas de Campo Arañuelo y Talayuela (aunque la mayor parte procede de China o Andalucía vía Gibraltar y Portugal vía Sines). Se trata de un excedente que se pica y se vende en bolsas de medio kilo o de un kilo.

A finales del pasado año la empresa Altadis celebró un acto en Mérida donde expresó su preocupación por el daño que provoca el negocio en negro. Al mismo acudió el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, quien manifestó que «bastaría con pagarle bien a los agricultores para que no hubiese contrabando de tabaco».

Además, subrayó que el problema no se resuelve «sólo con coches de guardia civiles y patrullas del Seprona recorriendo los campos de Extremadura».

Con los datos oficiales y la realidad que expresan los que se dedican a la venta, la previsión es que, a falta de una solución eficaz, la recaudación de Hacienda seguirá cayendo y las pérdidas para los estanqueros continuarán siendo elevadas. Y no porque los extremeños dejen de fumar.