Los expertos aconsejan a los padres que establezcan un límite en los regalos de Navidad y Reyes para los niños con el fin de impedir que desarrollen una personalidad "tirana" y "caprichosa", que les haga creerse "sólo con derechos", y una pasividad que les frustre cuando tengan que enfrentarse a la vida. La profesora del departamento de Psicología y Sociología de la Educación de la Universidad de Extremadura Guadalupe Fajardo asegura que a partir de Primaria los niños comienzan a pedir "sin tener en cuenta la realidad", que, según explica, puede establecer restricciones, como la situación económica familiar o el criterio de los padres sobre los juegos más adecuados para los hijos.

"El deseo es ilimitado", apunta Fajardo, para quien, no obstante, "desear no es malo, porque potencia las ilusiones y motiva para luchar por las cosas", pero como "la realidad pone trabas", matiza, los padres deben inculcar siempre a los hijos que "en la vida no se consigue todo lo que uno quiere".

En el caso de los regalos de las fiestas navideñas, la profesora sugiere que a través de una carta firmada por los Reyes Magos se explique al menor que no ha recibido todo "por ejemplo, porque los magos tienen que atender a todos los niños y, como tú eres comprensivo, entenderás que tiene que haber juguetes para todos".

De este modo, "cada uno va sabiendo lo que puede y lo que no puede tener", explica Fajardo, que añade que muchos progenitores dan a sus hijos todo lo que piden porque intentan evitarles la frustración, pese a que así sólo se consigue que el menor no sepa afrontar la vida.

Así se forma un niño "tirano", cuando, en opinión de Guadalupe Fajardo, los menores deben aprender pronto que todo requiere un esfuerzo y que "uno tiene que hacer algo para conseguir y merecer las cosas", porque, en caso contrario, se crea un "niño pasivo" que se frustrará cuando "pase de tenerlo todo a no encontrar trabajo, por ejemplo".

Además, indica que estos menores criados en un ambiente permisivo desarrollan una personalidad "dominante" porque reciben "cariño pero sin normas", por lo que, subraya la profesora, "llegan a imponerse a sus padres", a quienes consideran a sus órdenes.

Por este motivo, Fajardo propone que se propicie en la familia un estilo educativo democrático, basado en el afecto, el diálogo y las normas; con el que, después de escuchar al niño, sus peticiones y sus necesidades, los padres fijen limitaciones diciendo "lo que puede ser y lo que no".

Además, defiende la importancia de enseñar a los menores a regalar, "a ser solidarios", para favorecer un "equilibrio entre el dar, que significa que uno tiene, y el recibir, que significa que uno necesita". Para la profesora así es como se consigue que las relaciones sean recíprocas porque "si no, uno recibe y otro da siempre".