El palacio extremeño de Las Cabezas, situado en el término municipal de Casatejada (Cáceres), fue pieza clave en la reinstauración de la monarquía en España, tras la dictadura de Miguel Primo de Rivera, a la que sucedió la II República y la dictadura del general Francisco Franco Bahamonde.

Entre las paredes del citado palacio tuvieron lugar dos encuentros protagonizados por este último y Juan de Borbón, padre del actual rey de España, Juan Carlos I, en los que abordaron todo lo relacionado con el regreso de la monarquía borbónica a la Jefatura del Estado.

Los encuentros que mantuvieron ambos personajes se celebraron los días 28 de diciembre de 1954 y el 28 de marzo de 1960.

La imagen siempre era la misma. Una comitiva de vehículos fuertemente protegidos por guardaespaldas se desviaba de la N-V, a la altura de Almaraz, y enfilaba dirección a Casatejada. En uno de esos automóviles viajaba el general Franco que, de esta manera, acudía a la reunión concertada con Juan de Borbón en el palacete de Las Cabezas .

LARGAS ENTREVISTAS

La primera de estas entrevistas se prolongó durante toda una jornada y concluyó poco antes de las 21.00 horas del 28 de diciembre de 1954, según recuerda el cronista oficial de Casatejada, Juan José Gómez. En esta primera reunión en Extremadura se habló de la sucesión monárquica y del programa educativo que habría de realizar el joven príncipe, Juan Carlos, con el fin de que en su momento ocupara la jefatura del Estado tras el fallecimiento de Franco, lo que ocurrió el 25 de noviembre de 1975. En esos primeros días de reuniones el joven Juan Carlos contaba con 16 años y cursaba sus estudios en la capital madrileña.

Los testigos de aquel encuentro recuerdan aquellas reuniones como algo más o menos lejano, de las que "trascendió poco de lo tratado". Entre otras cosas porque, "además de ser un secreto de Estado", entonces no había periodistas, ni medios de comunicación, "como ahora, que lo cuentan todo", señala Antonio Pulido Carril. Sin embargo, el cronista local reconoce que "estos encuentros de Franco y don Juan constituyeron el embrión de importantes acontencimientos posteriores de la historia de España".

Pese al secretismo de las reuniones, todo el pueblo adivinaba y hacía conjeturas con la seguridad de que algo gordo se cocía en el interior de las paredes del Palacio de las Cabezas. Solamente tenían que contemplar los múltiples e inusuales movimientos que realizaban numerosos efectivos de la Guardia Civil.

SOLO ESTUVO EL CURA

A la única persona del entorno que se le abrieron las puertas del palacio fue al párroco de Casatejada, "que subió a decir misa".

Ambas reuniones tuvieron lugar en el denominado palacio de las Cabezas, mandado a construir sobre un montículo que domina casi toda la planicie de la comarca del Campo Arañuelo, con espectaculares vistas hacia las sierras de la vecina comarca de La Vera.

La citada residencia palaciega, rodeada de alcornoques y encinas, fue mandada construir en el año 1876 por Antonio López y López, primer Marqués de Comillas, finalizando las obras en 1880. El objetivo inicial, marcado por la Casa de Comillas, era construir un palacete que sirviera para permanecer allí en temporadas de caza.

El palacio, de estilo neogótico, propio de países centroeuropeos, consta de un cuerpo central y dos alas rectangulares: una a cada lado, y adosadas una torre y una capilla, según la descripción que del mismo hace José Ignacio Robles en la revista Casatejada del mes de septiembre de 1980. El inmueble se alza sobre una explanada cercada por un bajo muro de piedras. A la entrada del recinto palaciego hay un torreón octogonal con matacanes. A los lados de la puerta principal, dos lápidas dan fe de las reuniones de Franco y el Conde de Barcelona.

Pero lo que más atrajo sin duda a Franco a la hora de decidirse por Casatejada como lugar de encuentro fue su situación geográfica, a mitad de camino entre Estoril, donde vivía Juan de Borbón con su familia, y el Palacio del Pardo, residencia del entonces jefe de Estado. En segundo término, esta zona era lo suficientemente discreta y alejada para entablar una negociación sobre la sucesión del general, un asunto casi tabú durante el anterior régimen pero de capital importancia para el dictador.