El crematorio del cementerio de Badajoz acoge el acto de incineración de los restos óseos de 16 vecinos de Alburquerque, San Vicente de Alcántara y Villar del Rey hallados en la fosa común de la mina de Valdihuelo. Según informa la agencia Efe, la Asociación para la Memoria Histórica de Extremadura así lo ha decidido y recuerda que estos restos forman parte de las primeras exhumaciones realizadas en la región en el año 2002.

La incineración se producirá el día 23 y a ella acudirán los alcaldes de San Vicente, Villar del Rey y Alburquerque, cuyo edil, Ángel Vadillo, recalca que, después de un arduo proceso, no se han podido identificar a estas personas porque los huesos se encontraban en muy mal estado y mezclados con otros de animales.

Por ello, ha sido imposible hacer las pruebas de ADN y recomponer los cuerpos enteros debido a que las granadas explosionadas dentro de la fosa, el fuego y el agua habían deteriorado mucho los huesos.

Tras el acto de incineración, se entregará una urna a cada alcalde con las cenizas resultantes y en Alburquerque éstas serán depositadas bajo un monolito donde estarán esculpidos los nombres de los desaparecidos durante y tras la Guerra Civil y que el ayuntamiento va a erigir en el cementerio municipal.

La inauguración de este monolito está prevista para la próxima primavera y se espera contar con la presencia de los familiares, incluida Rosa Casanovas, de 79 años de edad, hija del alcalde republicano Martín Casanovas, cuya esposa, Serafina Rojas, embarazada, fue asesinada y arrojada en Valdihuelo, según Vadillo, quien quiere dar por terminado así este asunto. "De esta forma pretendemos cerrar una herida para siempre y que los familiares puedan visitar ese lugar para recordar y rezar por éstos antepasados suyos", agrega el alcalde.

Diego Peral, paleopatólogo de la Facultad de Medicina de Badajoz, que se encontraba al frente del equipo de investigación que en el año 2002 extrajo y un año después analizó los restos óseos, señala en aquel momento que entre los cadáveres había uno de un niño menor de un año de edad, otro menor de 4 años y un tercero de unos 12.

Familiares de desaparecidos y numerosos vecinos de la localidad colaboraron con la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica prestando testimonios que sirvieran para identificar a las personas asesinadas y arrojadas al viejo pozo minero.