Acierta en sus disparos. Lo proclama con orgullo. En las cacerías no hay bromas, no hay conversaciones que puedan distraer al cazador de su presa, aunque la imagen que el ignorante tiene del hecho cinegético es que son encuentros muy interesantes para hacer negocios y establecer estrategias. Mariano Fernández Bermejo se convirtió en la diana de la oposición, que no ha cejado de apuntar contra él y reclamar su inmediata dimisión. Finalmente, lo ha conseguido.Bermejo también estaba en la mente del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que deseaba acertar también en el tiempo político para acometer un cambio de Gobierno que le permita sustituir al ministro de Justicia. El exceso de "soberbia y bravuconería", como apuntan quienes le conocen bien, le ha salido muy caro en su intento de transformar de arriba a abajo la administración de Justicia, un mundo conservador que se le puso de frente desde su primer minuto como ministro, cuando sustituyó a Juan Fernando López Aguilar en febrero del 2007.A la ofensivaBermejo representa el colmillo que Zapatero nunca enseña. El talante del presidente, con el que quiso iniciar una nueva etapa en la política española tras su victoria electoral del 2004, no impidió que el PP lanzara contra él toda su artillería, concentrada en dos frentes: el Estatut y en la negociación con ETA que abrió el Gobierno del PSOE. Zapatero, con un Ejecutivo a la defensiva, necesitaba un ministro de colmillo afilado y con garra para ir a la yugular del PP. Y lo encontró en Fernández Bermejo.Pero ese colmillo se ha desperdiciado en batallas ajenas, si no contrarias, a la idea republicana de la política que tiene Zapatero. La coincidencia de Bermejo en una montería en Jaén con el juez Baltasar Garzón, justo al inicio del proceso contra una trama de corrupción relacionada con el PP y encima sin licencia de caza en Andalucía, unida a la huelga de jueces, lo han dejado en la cuerda floja.Enfrentamiento con MichavilaNacido en Arenas de San Pedro (Ávila) en 1948, Bermejo ha protagonizado numerosos enfrentamientos con el PP. Entre 1992 y el 2003 dirigió a más de 100 fiscales al frente de la Fiscalía de Madrid. Y lo hizo con mano dura, con fuertes reprimendas si era necesario. De aquella época destaca la detención del exgobernador del Banco de España, Mariano Rubio.Su rectitud, que él mismo destaca, le llevó a un choque directo con el entonces ministro del ramo, José María Michavila. En marzo del 2003 el Gobierno había puesto en marcha los juicios rápidos, y Michavila responsabilizó a Bermejo de haberlos boicoteado en Madrid, donde falló el sistema informático. Bermejo no titubeó y se querelló contra el ministro.El Tribunal Supremo absolvió a Michavila, pero la guerra no cesó. Hasta tal extremo que el diputado Michavila, ya en la oposición, recibió a Bermejo en el Congreso, en su primera intervención como titular de Justicia en febrero del 2007, de esta guisa: "Es usted por fin político, solo político y nada más que político. Antes era usted fiscal metido a político partidista, sectario, radical y visceral".Vestigios del franquismoMichavila no se arrugó en el escaño; tampoco antes como ministro: anuló el carácter vitalicio del cargo de fiscal jefe, lo que permitió al entonces fiscal del Estado, Jesús Cardenal, apartar a Bermejo y a Carlos Jiménez Villarejo, dos incordios para el PP. El pulso de Bermejo con el Gobierno de José María Aznar le llevó a definirse como un "represaliado ideológico".Aludiendo al padre de Michavila, general franquista, sentenció: "Luchamos contra los padres y ahora lo hacemos contra los hijos". Sabía de qué hablaba: su padre, conspicuo falangista, fue jefe local del Movimiento en Arenas de San Pedro.No habla en un tono de voz muy alto. Pero de su barba recortada y su bigote se trasluce una sonrisa que sabe herir cuando lo juzga necesario. Socio del Real Madrid, casado y con una hija, Bermejo tiene la carrera judicial en su cabeza. Considera que la derecha se ha hecho fuerte en ese ámbito profesional y apuesta por un cambio radical. Al llegar el PSOE al poder en el 2004, Bermejo fue promovido a fiscal jefe de la sala de lo contencioso del Tribunal Supremo, la máxima categoría de la carrera fiscal.La renovación del Poder Judicial De ahí saltó al Ministerio de Justicia en el 2007, con la misión de afrontar la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), bloqueado por los populares. El colmillo que quería Zapatero para transformar el máximo órgano de los jueces, siempre recelosos de los fiscales, se quedó en nada, tras la decisión unilateral del presidente de situar al frente del CGPJ al moderado y religioso Carlos Dívar.Porque Bermejo pensaba en Fernando Ledesma, el primer ministro de Justicia de Felipe González entre 1982 y 1988, con quien trabajó como asesor en una etapa en la que compartió tareas con la hoy vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega.Bermejo busca el choque; mejor no tenerlo de enemigo. Pero polémicas ajenas a la batalla judicial han empañado su imagen. En la precampaña de las generales del 2008 admitió que había acometido obras en la vivienda que ocupa, propiedad de Patrimonio del Estado, por importe de 250.000 euros por "filtraciones de agua".