La Junta y el PP protagonizaron en el pleno de ayer otro rifirrafe a cuenta de los proyectos de nuevos regadíos. La consejera de Medio Ambiente y Rural, Begoña García Bernal, aseguró que avanzan a buen ritmo, pero para el diputado popular José Antonio Echávarri no se ha hecho nada al respecto.

Según García, legislatura pasada fue «nula» en el tema de regadíos, con anteproyectos «inviables donde el agua no llegaba a las parcelas», frente al «rigor y la seriedad» del PSOE. Tras exponer las medidas para impulsar los regadíos de montaña en el norte de la provincia de Cáceres, la consejera aludió al de Monterrubio, donde se transformarán en regadío 1.200 hectáreas. El proyecto se ejecutará como regadío público, lo que implica que la Junta aportará más de 13 millones de los 17 de inversión total prevista. En cuanto al regadío de Tierra de Barros, que afecta a 15.000 hectáreas, García dijo que el anteproyecto del PP fue «un gran engaño a 1.500 agricultores» y señaló que en estos momentos la Junta no contempla «ninguna accion que no sea la colaboracion del Ministerio en un asunto que es de interés general», informa Efe. Su propuesta es una financiación a partes iguales, 65 millones de euros por parte de cada uno de los actores: Junta, ministerio y comunidad de regantes. El Estado ha mostrado su disposición a examinar el proyecto y se ha creado un grupo de trabajo que se reunirá el día 17 en Madrid.

Echávarri sin embargo, defendió que el Ejecutivo del PP dejó elaborados los proyectos de los tres nuevos regadíos, en los que, a su juicio, no ha habido avances en esta legislatura. El diputado afeó a la Junta que vaya a financiar el regadío de Monterrubio al 75% y los de Almendralejo y Arroyo del Campo al 50%, algo que a su juicio enfrenta a los territorios, y cuestionó también que se haya rebajado de 6.000 a 1.2000 hectáreas la zona regable en el primero.

Por su parte, la diputada de Podemos, Irene de Miguel, mostró su «decepción» por que los regadíos se hayan convertido en «arma arrojadiza» entre PP y PSOE, afeando a ambos que sigan enquistados en un modelo del siglo XIX sin tener en cuenta aspectos como el cambio climático, la falta de agua o el relevo generacional que es necesario para recuperar estas grandes inversiones.