No es oro, pero lo parece a juzgar por lo apreciado que es. La revalorización del cobre dentro del mercado de los metales no ha pasado desapercibida para los amigos de lo ajeno. Robar hilos, placas o rollos de este material ligero parece que se ha puesto de moda y prácticamente no pasa una semana sin que la Guardia Civil no reciba alguna denuncia por algún tipo de sustracción.

Solo durante el año pasado se presentaron en Extremadura 322 denuncias por hurtos de cobre. Más de la mitad de los casos, según los datos facilitados por la Delegación del Gobierno, fueron resueltos. En total los ladrones hurtaron cerca de 13.700 kilos, con un valor en el mercado que podría llegar a los 100.000 euros.

Las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado reconocen que en los últimos años se ha producido un incremento de estos robos en la región. La causa es sencilla: su precio se ha duplicado y el material es accesible. "El kilo de cobre de una calidad media se paga actualmente a 3,60 euros, cuando hace apenas tres años era la mitad", explica Antonio Guerra, gerente de Soluciones Extremeñas, empresa dedicada a la comercialización de metal y chatarra en Sierra de Fuentes. Este proceso de apreciación, en su opinión, se debe al incremento de la demanda procedente de China.

MOBILIARIO PUBLICO De esta forma, la sustracción de una cantidad suficiente y su puesta en el mercado permiten obtener rápidos beneficios. Porque como reconoce Antonio Guerra, si no existiese un mercado negro de compra-venta, "no se producirían estos robos".

Pero otra de las claves de este fenómeno es la presencia de cobre en grandes cantidades en mobiliario y estructuras expuestas al público. Así, como explican desde la Guardia Civil, la mayoría de estos desvalijamientos se producen sobre los tendidos telefónicos y eléctricos o las farolas --el cobre es buen conductor de la electricidad-- así como en las obras de construcción y en el interior de naves industriales. Solo la compañía Sevillana-Endesa, eléctrica que opera en la provincia de Badajoz, sufrió 20 robos de este tipo de material en el 2007. Al margen del impacto económico que origina tener que reponer el metal sustrído, la empresa explica que las pérdidas son mayores por cuanto estas acciones producen averías en las instalaciones eléctricas. De hecho, vecinos de los barrios placentinos de Ciudad Jardín o el parque de La Isla, así como la zona industrial de la Dehesa de los Caballos, ya se han quedado algunas horas a oscuras por este tipo de hurtos. De hecho, en la ciudad del Jerte la policía ha detenido en lo que va de año a cinco personas por estos delitos, ladrones que incluso han tratado de sustraer los canalones de algunos edificios.

Y es que el cobre no brilla, ni pesa, ni vale como el oro, pero su apreciación ha llevado a ayuntamientos como el de Badajoz a pedir la colaboración ciudadana para acabar con los robos. Allí los cacos han llegado a usar indumentaria con el logotipo del consistorio para no levantar sospechas.

Según señala la Guardia Civil, el destino de este tipo material son las chatarrerías y los desguaces. Por eso, entre los 81 detenidos el año pasado en la región aparecen varios propietarios de este tipo de establecimientos. Ante la dificultad de vigilar cada uno de los sitios donde hay cobre, los agentes han estrechado el control sobre los puntos de venta. "Es cierto, aquí viene la policía todas las semanas para inspeccionar nuestras ventas", explica Antonio Guerra, que asegura hacer recibos de todas las operaciones.