«Con un casco como única protección ante un vehículo que va a cierta velocidad estamos indefensos», cuenta Pedro Romero, presidente de la Federación Extremeña de Ciclismo, sobre los riesgos que corren los ciclistas cada vez que salen a la carretera. Lo demuestra el accidente ocurrido el pasado sábado en Montánchez en el que un ciclista sufrió un traumatismo craneal tras colisionar con un coche. Una iniciativa de la Dirección General de Tráfico pretende reducir, si no eliminar, este peligro.

Se trata de la creación de rutas ciclistas protegidas en tramos de carretera repartidos por todo el país. En la región, son seis los trayectos elegidos bajo tal denominación, que cubren un total de 152,7 kilómetros - 90,5 en la provincia de Cáceres y 62,2 en la de Badajoz-.

La DGT se ha comprometido a dotar de protección específica estos seis itinerarios, que estarán especialmente vigilados por la Guardia Civil los sábados, domingos y festivos, desde las 9.00 a las 14.00 horas, con controles preventivos de alcohol y otras drogas y en los que la velocidad máxima permitida será de 80 kilómetros por hora en las vías con arcén pavimentado o de 60/70 kilómetros por hora en el resto.

Una iniciativa con la que Romero se muestra satisfecho, si bien reconoce que no son todas las que la Federación propuso a la DGT durante las reuniones que mantuvieron para consensuar los trazados.

La razón es que estos tramos también tenían que cumplir una serie de requisitos para entrar dentro de la categoría de estas rutas.

Así, se trata de trayectos con una intensidad de circulación baja o media, en los que no hay puntos negros o conflictivos y con un buen estado del firme, entre otros factores.

Del mismo modo, se ha tenido en cuenta tanto el número de población como la proximidad de hospitales de referencia tales como los de Badajoz, Mérida, Don Benito, Cáceres o Plasencia.

Ahora que la iniciativa ha echado a rodar, lo más importante para los ciclistas es que el compromiso de protección se cumpla.

«Reclamamos la presencia de la Guardia Civil en esas carreteras, incluso publicitar previamente los controles para que los conductores lo sepan. Que tráfico cumpla su promesa de vigilancia», exige Romero.

Preguntado por la tradición y consideración que se tiene a la bicicleta en otros países europeos, el presidente de la Federación reconoce que aún hay una necesidad pedagógica en cuanto a cumplir las normas de tráfico se refiere.

«Es triste, pero en España todavía prevalece la cultura del miedo, basada en las sanciones, cuando debería promoverse el respeto», expone.

Un respeto que también, subraya, debe ser mutuo, por lo que reclama a sus compañeros sobre las dos ruedas que circulen, asimismo, de acuerdo al código de circulación.

«Los ciclistas también tenemos que respetar las normas si queremos hacernos respetar», incide.

De hecho, la vigilancia de estas rutas se centrará igualmente en que los ciclistas circulen con precaución y con medidas de autoprotección.

MÁS CICLISTAS Y MÁS ACCIDENTES/ La afición por las dos ruedas ha experimentado un auge evidente: «en los últimos años el número de licencias deportivas ha aumentado y también hay muchos aficionados que se han unido sin necesidad de licencia. Es un crecimiento que no cesa», explica Romero.

Como indicio, la venta de bicicletas se incrementó un 7,8% en tres años, de 1.034.364 unidades del año 2013 a 1.115.034 del 2016.Pero, del mismo modo, también han aumentado el número de siniestros en los que estos vehículos estuvieron implicados.

Así, mientras que en el año 2010 hubo 3.606 bicicletas involucradas en accidentes de tráfico, en 2015 esta cifra casi se dobló, llegando hasta las 7.186.

Más de 400 ciclistas han muerto en las carreteras españolas en la última década. El pasado año fueron 33, mientras que en lo que va de 2017, según los datos provisionales que maneja la DGT, los fallecidos sobre la bicicleta alcanzan la veintena, teniendo en cuenta que esta cifra sólo contabiliza los accidentes en vías interurbanas y a los que perdieron la vida en las 24 horas siguientes al siniestro, por lo que el número podría crecer cuando se aparten estos dos factores.

La puesta en marcha de las rutas ciclistas protegidas busca cortar con esta sangría y hacer de la carretera un lugar seguro para todos los que circulen por ella, al margen del vehículo que utilicen.