Más de 200 jóvenes de Extremadura y Portugal han analizado durante el viernes y el sábado sus capacidades de liderazgo social. Ha sido dentro del Congreso Internacional Escuela de Ciudadanía Joven, en el Complejo Cultural San Francisco de Cáceres. Santiago Cambero, el director de esta tercera edición del congreso, critica la falta de protagonismo de los jóvenes en la toma de decisiones de la sociedad.

--Uno de los objetivos de la Escuela de Ciudadanía Joven es identificar a líderes juveniles. ¿Qué es un líder juvenil?

--Son aquellos jóvenes promotores de iniciativas que redundan en beneficio de la mejora de las condiciones de vida de los jóvenes o de otros colectivos sociales. Son jóvenes con un sentido de pertenencia a su pueblo, a su ciudad, a su barrio y que están promoviendo iniciativas para buscar soluciones a los problemas presentes o emergentes de su entorno; con conductas prosociales, capacidad de empatizar, de dinamización, de liderar proyectos...

--¿Cuáles serían los modelos?

--Hay algunos referentes para emular actitudes de compromiso social. Por ejemplo, el actual Premio Nobel de la Paz, Liu Xiaobo; el banquero social Mohamed Yunus; Robert Baden Powell, fundador del movimiento scout internacional; e incluso Jesucristo.

--¿Qué pueden aportar estos líderes juveniles a la sociedad?

--Todos los proyectos que desarrollan benefician a la sociedad y a la vez se fomenta la ciudadanía joven, contribuyendo a que el joven se sienta más partícipe en el día a día de la sociedad. Ejercen así una responsabilidad social juvenil, que es la capacidad de actuar desarrollando proyectos que beneficien al colectivo. Son jóvenes que quieren transformar su realidad, para crear sociedades más inteligentes, más integradoras y más sostenibles.

--¿Está dando, la sociedad, la espalda a los jóvenes?

--Vivimos en una sociedad adultocéntrica y que mitifica el hecho de ser joven. Como marca comercial y mediática, está de moda y vende, pero paradójicamente no se permite a ese joven idolatrado y vanagloriado participar en los procesos de toma de decisión, en los núcleos de poder social, político, económico y cultural. Sería importante que eso sí se permitiese. Porque estamos en un momento de crisis económica, financiera y social que también genera cierta desorientación ética y moral. Y los jóvenes se ven contagiados, conducidos a adoptar conductas de riesgo, por ejemplo en el ámbito de la seguridad vial, en el consumo de sustancias tóxicas y adictivas, en la violencia grupal... Si integramos a los jóvenes en el proceso social de toma de decisiones, lograremos de ellos una nueva actitud y un compromiso cívico. Así podremos también desmitificar la imagen negativa que tiene la sociedad con respecto a los jóvenes: que solo piensan en divertirse, en la velocidad, en no trabajar, en no esforzarse...

Creo que nadie tiene que decir a los jóvenes qué tienen que hacer. Deben ser ellos quienes lo decidan. Porque en pocos años serán los hombres y mujeres que determinen la hoja de ruta del avance y el progreso de nuestra sociedad.

--¿Esta actitud negativa hacia la juventud entraña el riesgo de dejar escapar soluciones nuevas y diferentes a problemas actuales?

--Efectivamente. El desempleo y la dificultad para acceder a una vivienda son los dos principales problemas de los jóvenes. Pero normalmente las soluciones se toman desde poderes y administraciones por parte de sesudos adultos sin tener en cuenta a los afectados, los jóvenes. Con procesos como la Escuela de Ciudadanía Joven los jóvenes pueden tener protagonismo suficiente y proponer sus soluciones, soluciones diferentes y que pueden ser tanto o más eficientes que las de los adultos.

--¿Qué consecuencias puede tener persistir en etiquetas como las de que estamos ante una juventud sin compromiso, sin capacidad de sacrificio, que desmerece el esfuerzo...?

--Todo etiquetaje social, más si es negativo, conlleva una marginación o estigmatización. Los estereotipos y prejuicios que giran en torno a la identidad del joven son fruto de la ignorancia y del desconocimiento. Y hay jóvenes que por este motivo pueden caer en conductas de riesgo, por culpa de etiquetas como la de "generación ni-ni" (ni estudia ni trabaja). Pero en general tienen la suficiente capacidad crítica y autoestima para romper estos clichés que limitan su capacidad de inclusión y participación social. Estamos en una sociedad adultocéntrica a la que no le interesa que los jóvenes participen en los núcleos de poder y que prefiere generar ese ambiente en el que el joven se siente abstraído y estigmatizado, en un gueto.