"Educar no significa solo instruir, se trata de ayudar a que cada niño desarrolle sus cualidades y capacidades al máximo. Es intentar sacar lo mejor que cada uno lleva dentro".... Y "No basta querer a los niños, sino que ellos deben notar que se les quiere". Son palabras de Luis Antonio Ormières y de María Josefina Juliana, madre San Pascual, fundadores de la Orden Angel de la Guarda creada hace 175 años, que llegó a España 25 años después y que hace 126 abrió el colegio Santo Angel, en Badajoz, en 1888.

El Santo Angel fue durante muchos años el único colegio femenino en la ciudad. Por un periodo de tiempo fue un centro elitista al que las familias más acomodadas llevaban a sus hijas, hasta que la comunidad se replanteó su labor y recuperó el ideario de los fundadores y abrió sus aulas a las clases menos pudientes.

DE PAGO, Y GRATUITA Fue así como se abrió a niñas y jóvenes cuyas familias no tenían recursos y que recibían formación de forma gratuita, "especialmente a las niñas del campo, intentando superar lo que, no obstante, no dejaba de se un factor más de desigualdad en esa época", cuentan Ana Gil, directora general del centro y responsable de Infantil y Primaria, y Yolanda Sepúlveda, directora de Secundaria.

Hoy, el colegio es paradigma de la integración, ámbito en el que fue pionero en Badajoz, al ser el primero en recibir a niños con discapacidad física e intelectual. En un primer momento fue con niños ciegos, a propuesta de la ONCE, un año antes de comenzar los procesos de integración con la aparición de una nueva ley en el ámbito educativo, de forma que una vez en vigor --curso 1988/89-- se acogió a la norma y desde entonces ha hecho de la integración su seña de identidad.