"Un bicho", así definen los corcheros coloquialmente a La Seca, un patógeno que se ha extendido rápidamente en los últimos años hasta convertirse en una verdadera amenaza, en especial para la encina y el alcornoque.

Su nombre científico real es Phytophthora cinnamomi y las cifras hablan por sí solas: mientras en los años 90 unas 20.000 hectáreas contaban con focos de seca en España --en Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, Madrid y Castilla y León--, hoy son 30.000 las hectáreas de superficie afectada de encina y alcornoque sólo en Extremadura, lo que supone un 2% de este terreno, según datos del Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Extremadura (Cicytex).

Así, el centro estima que la enfermedad está "ampliamente distribuida" por todo el área forestal de la región y calcula un ritmo de crecimiento anual de la enfermedad de alrededor del 0,16%.

"Este mal ha existido desde siempre pero es en los años 80 cuando empieza a avanzar progresivamente y en los últimos tiempos cuando ya se convierte en un problema alarmante", explica a este periódico Enrique Cardillo, investigador en el Instituto del Corcho, la Madera y el Carbón Vegetal (Iprocor), perteneciente a Cicytex.

Él y otros investigadores de su equipo trabajan codo con codo con diferentes grupos científicos de la Universidad de Extremadura, de Córdoba, de Valencia e incluso de otras partes del mundo para intentar hallar un arma eficaz contra esta plaga.

"Esta enfermedad está incidiendo especialmente en lugares tan dispersos como el sur de Europa --aquí y en Italia--, Australia o Sudáfrica. La seca no es exclusiva de la encina y el alcornoque, es una enfermedad de las raíces de los árboles que en la actualidad daña a unas 3.000 especies", cuenta Cardillo.

De hecho, la seca está considerada como una de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo por la Unión Internacional de la Naturaleza (UICN).

Originaria de países tropicales y subtropicales --hay indicios de que se originó en Papúa Nueva Guinea, en el sudeste asiático--, a día de hoy se ha extendido a más de 70 países puesto que es capaz de adaptarse a climas más fríos, como es el caso del mediterráneo.

Además, la subida de la temperatura global en las últimas décadas por el cambio climático ha facilitado la emigración de la seca hacia nuevas tierras (es capaz de sobrevivir mientras que la temperatura se mantenga por debajo de los 5ºC).

DIFICIL DE DETECTAR

Pero, ¿cómo se descubre que un árbol está siendo dañado por este patógeno? "Se puede observar que el árbol va perdiendo hojas, que se le ve cada vez más lo que llamamos 'cielo'. Uno de los principales inconvenientes a la hora de la detección es que estos síntomas también pueden ser derivados de otras causas, como la sequía o cualquier otra patología y, en cualquier caso, cuando el árbol ha llegado a ese punto significa que la enfermedad está muy avanzada", explica.

Vicente Rodríguez, presidente de la Agrupación Sanvicenteña de Empresarios del Corcho (Asecor), lo explica del siguiente modo: "Se trata de un, digamos, 'insecto' que está en el interior de la tierra. Este se agarra a la raíz del árbol, la corta y evita que la savia y la humedad le lleguen a la planta. Lo mata poco a poco".

Aunque aún es pronto para conocer el impacto real que este patógeno puede tener en sectores tan importantes como la producción de corcho o en la propia fisonomía de la dehesa, el Cicytex habla de un riesgo a futuro de "pérdida en la productividad y una amenaza para la conservación de este importante sistema forestal". Además, lo que queda claro es que la enfermedad se propaga rápidamente.

Lo confirma Adrián Tejada, presidente del Observatorio del Corcho Extremeño (Ocicex), quien la califica de "un gran problema" al "limitar los recursos" del corcho.

"Aún no hay una conciencia real sobre este peligro. Los propietarios parece que ahora se están dando cuenta de que supondrá más escasez, pero ninguno está dando un paso al frente para invertir en I+D y combatirla activamente", dice Tejada.

Por ello, el equipo de Cardillo trabaja sin prisa pero sin pausa para encontrar un remedio definitivo y eficaz.

"No tenemos una bala de plata. Nosotros lo seguimos estudiando a día de hoy. Hemos realizado algunas pruebas en el laboratorio con éxito, por ejemplo con fitofármacos, pero lo que funciona aquí puede que no funcione en el campo. Continuamos investigando qué otras especies pueden estar afectadas: árboles, matorrales... Y cómo se mueve exactamente por el terreno", dice.

El paso del ganado, de vehículos o la propia pisada humana son el transporte ideal para que este patógeno pase de un árbol a otro y de una finca afectada a otra anexa, de ahí que cobre relevancia la higiene --y a ser posible la desinfección-- cuando se pasa por zonas que puedan estar afectadas o, incluso, el tratar de evitarlas.

"La seca se mueve con el flujo del agua, puede que de uno a 20 metros al año por sí sola, por eso hay que tener especial cuidado en las zonas que se encharcan o con barro, porque cuando recogemos partículas de suelo afectadas la movemos de un lado a otro", detalla el investigador.

Cardillo insiste una y otra vez en la prevención como arma más eficaz, por el momento, para combatir este mal.

Por esa misma razón, además de las diferentes labores de concienciación, la página web del Iprocor cuenta con una pestaña destinada a que toda persona que conozca algún foco de seca en la región o sospeche que algún árbol pueda estar enfermo ayude avisando al mismo para que se tomen medidas.

Se trata de estar alerta contra el "bicho" que con sigilo podría estar destruyendo la dehesa extremeña.