Llegar en pie o en todoterreno hasta el Eurofighter , el principal competidor internacional de los nuevos cazabombarderos de EE UU, es misión imposible para los periodistas. El aparato, que se estrelló el pasado jueves en el término municipal de Alía, permanece invisible a cualquier mirada que no sea la de los especialistas que ayer seguían estudiando los restos del avión europeo.

El aparato fue localizado en la finca Valdepuercas, propiedad del empresario siderúrgico José María Aristrain de la Cruz, segundo accionista mayoritario de la corporación Aceralia, el primer productor de acero en España, y del que posee el 10,83% a través de la Corporación JMAC BV. La finca privada, de la que no se han facilitado datos sobre su extensión, es una explotación cinegética privilegiada en la que habitan desde venados a muflones. Aristrain de la Cruz también pertenece a la Unión de Criadores de Toros de Lidia, posee la ganadería Aguadulce, y una yeguada con el nombre del lugar donde se estrelló el avión.

El dispositivo de seguridad montado en torno al lugar del accidente era notorio ayer en la localidad de Puerto Rey, situada en el límite de las provincias de Cáceres y Toledo, de 100 habitantes y que depende administrativamente del municipio toledano de Sevilleja de la Jara. La Guardia Civil impedía el acceso a Valdepuercas, aunque dos miembros del instituto armado apostados en la entrada de la finca daban pistas del punto concreto donde había caído el aparato: "A cinco kilómetros de aquí está el perímetro de seguridad desde el que no se puede ver el avión y al que les van a impedir el acceso", señaló uno de los guardias civiles, quien añadía, con gesto de cansancio, "ya estamos un poco hartos del avioncito".

NINGUN TESTIGO

Los vecinos de Puerto Rey, cruce de caminos entre Extremadura y Castilla La Mancha --a 41 kilómetros de Herrera del Duque, 72 de Talavera y 25 de Alía-- tampoco sabían mucho más. Nadie recordaba haber oído nada raro el pasado jueves cuando ocurrió el accidente y ninguno ha podido acercarse hasta el lugar donde se encuentra el aparato. Ni siquiera los ocho guardas de la finca. Uno de ellos, Miguel Bellido, es vecino de Alía. A las puertas de su domicilio, manifestaba a este diario que, hasta varias horas después del suceso, no supieron qué había ocurrido en su lugar de trabajo. "No nos han dejado subir al lugar donde está el avión. Sé que está entero pero la zona donde cayó, que es de monte bajo y jara, está totalmente quemada", subrayó, aunque dejó claro que "en ningún momento escuchamos nada". Mientras tanto, el asunto sigue en manos del juzgado de Logrosán y la investigación corre a cargo de la Guardia Civil de Toledo.

El dos de marzo de 1990, la policía descubrió en Valdepuercas un zulo en el que la organización terrorista ETA pretendía esconder a cinco presos, después de liberarlos, utilizando un helicóptero, del centro penitenciario Sevilla II. El habitáculo, de dos metros de largo por 1,22 de ancho, fue excavado en un bosque de eucaliptos de la misma finca.