Hace unos días se ha emitido un reportaje en el Canal 4 de Televisión sobre el complejo turístico de Isla de Valdecañas.

Vaya por delante apuntar que es lamentable a estas alturas, donde la información abunda, incluso la contrastada, no se busque lo suficiente, tal vez por aquello de «que la verdad no estropee una buena noticia». Así, el periodismo sensacionalista acaba imponiéndose en reportajes que debían mantener un cierto rigor informativo, independientemente que se esté o no de acuerdo con el fondo, pero que permita adquirir a los televidentes una opinión medianamente razonada.

Empieza el programa con un enfoque sesgado de la realidad, al entrevistar sobre los valores ecológicos de la «isla» de Valdecañas a una señora ecologista, con todos mis respetos hacia ese colectivo, que hablaba de la situación ecológica de la zona cuando es algo que por su escasa formación académica se le escapa el conocimiento de las dinámicas naturales y sus ajustes, en lugar de ofrecernos la opinión científica de un especialista en Ecología o Ciencias Ambientales, donde la Universidad de Extremadura tiene departamentos en esas áreas y que han estudiado ese entorno en cuestión. Imaginemos un documental que tratando sobre medicina entrevistaran a un curandero o chamán, casi nadie lo tomaría en serio por no ser reconocidos como especialistas; sin embargo para muchos periodistas y, a base de repetirlo goebbellsianamente, se traslada a la mayoría de la gente como veraz la opinión de cualquier aficionado, ante la contraposición de información verificada.

Sin embargo es incuestionable, y eso no se dijo en ningún momento, que el citado complejo turístico se encuentra situado topográficamente sobre un cerro, que se ha convertido en «isla» merced a la construcción en los años 60 (dictadura franquista) del embalse de Valdecañas, quedando el cerro rodeado de agua debido a la cota del embalse, pues anteriormente estaba alejado del cauce del río Tajo.

Además, hay que añadir que ese montículo antes del embalse, por su proximidad al pueblo de El Gordo era una zona agrícola constituida por suelos de rañas, de tan baja productividad que se sembraban en la tipología de barbecho. Posteriormente, cuando el entorno quedó anegado por la presa, allí se plantaron eucaliptus con objeto de atender a la futura demanda de una industria celulosa que no llegó a ubicarse en Navalmoral de la Mata.

Con todo ello quiero decir que la «Isla de Valdecañas» es producto de la acción humana, y nunca tuvo valores ambientales de singularidad, rareza, excepcionalidad o vulnerabilidad (cuyo requisitos se mencionan en la Directiva Hábitat de la Unión Europea). Sin embargo, la Administración autonómica así lo consideró sin rigor científico (como a tantas otras zonas de la región) y lo tramitó a Bruselas para que la declararan como ZEPA (Zona de Especial Protección de Aves), con las restricciones que ello conllevaba. Lo que viene a demostrar el nivel de algunos técnicos que se dedican a asesorar a la clase política. Y así, de aquellos polvos viene todo este conflicto, sobre el que los tribunales de justicia (Superior de Extremadura y ratificado por el Supremo de España) se han pronunciado, de acuerdo con la incoherente legislación aprobada por el parlamento, ordenando su demolición. Aunque se está pendiente del informe que entregará este año un equipo de biólogos de la Estación Biológica de Doñana, sobre la situación ambiental y el coste e impactos del derribo para su «vuelta a la situación previa».

Hay que recalcar que paralelamente a la construcción del complejo turístico se efectuó un proyecto de «regeneración ambiental» mediante el que se arrancaron más de 1.000 eucaliptos que acidificaban el suelo dañando su evolución natural y se plantaron unos de 4.500 nuevos árboles, principalmente de especies autóctonas (encinas y alcornoques) junto a pinar y matorral. Todo ello ha redundado en unas mejores condiciones para la biodiversidad, habiendo aumentado en los últimos años la presencia de aves (grullas, gansos y anátidas) y de otras especies faunísticas, como se evidencia en los censos realizados anualmente.

Tampoco se dijo en el mencionado reportaje televisivo que el Impacto Socioeconómico en los dos municipios (El Gordo y Berrocalejo) sobre los que se asienta el Complejo Isla de Valdecañas fue muy positivo, entre 2007 y 2011 (cuando se paraliza por orden judicial), con un incremento espectacular de sus efectivos demográficos (más del 40%) y aumento de la las tasas de Actividad (68,5% de la población) que superaba la media regional y caída del desempleo (llega a ser la mitad que la media nacional y una tercera parte de la tasa extremeña), algo inaudito en plena crisis económica y en el mundo rural.

Esta es la otra versión que quería reflejar sobre el significado de Valdecañas para el entorno para no confundir al personal. Cuestión aparte es el dislate político-administrativo para su autorización inicial, derivando en una grave inseguridad jurídica para futuras inversiones, debido a legislaciones inadecuadas en el ámbito urbanístico y ambiental, como ya advertí muchas veces.

*El autor es doctor en Ordenación Territorial y en Sociología.