El viaje por la carretera EX-103 hasta el embalse de La Serena, el mayor de España y el tercero de Europa, desemboca en un inmenso mar de agua en el que son evidentes las huellas de la sequía, como salta a la vista durante todo el camino por esta comarca ganadera de Badajoz.

Llegados a la presa, tras dejar atrás la localidad de Puebla de Alcocer, al este queda el agua de La Serena, repartido por una superficie de casi 14.000 hectáreas hasta rozar las provincias de Ciudad Real y Córdoba, con una longitud de costa de 530 kilómetros. Al oeste está su hermano pequeño el pantano del Zújar, de 1.587 hectáreas.

El embalse de La Serena, que inauguraron los Reyes de España en 1990 tras una inversión de 11.772 millones de pesetas -más de 70,5 millones de euros, se concibió para controlar las avenidas del irregular río Zújar y aumentar la capacidad de almacenamiento, según explica la jefa de servicio de la explotación, María José González, a pie de presa.

La interconexión de estas dos presas no se entiende sin el túnel de cuatro kilómetros entre el embalse del Zújar y de Orellana. Esta conducción permite trasvasar agua en ambas direcciones, en función de las necesidades. El agua almacenada en este momento y este moderno sistema de regulación hacen que el sistema Central de la Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG), en el este de Badajoz, esté en mejor posición para afrontar la sequía que otras zonas de España. Su situación es de «prealerta». El presidente de la CHG, José Martínez, afirma que el suministro estará asegurado este año y en el 2018.