Una hora, un gesto. Durante 60 minutos, varios millones de personas de todo el planeta redujeron al mínimo su consumo eléctrico como muestra de compromiso con la conservación del medio ambiente. No fue un apagón mundial generalizado, pero sí un acto de solidaridad apreciable y visible. Sobre todo porque, como ya se había anunciado, la mayor parte de los monumentos más representativos del planeta secundaron la iniciativa quedándose a oscuras: desde el Big Ben y el Parlamento británico a la Opera de Sidney, pasando por la Acrópolis de Atenas, la Ciudad Prohibida de Pekín, la puerta de Alcalá de Madrid o el Fuerte Rojo de Nueva Delhi.

En Extremadura, como estaba previsto, secundaron la iniciativa de la organización WWF instituciones como los ayuntamientos de Badajoz, Cáceres y Mérida, que dejaron sin luz elementos arquitectónicos tan simbólicos como Puerta de Palmas, el arco de Trajano, el acueducto emeritense o la fachada del consistorio cacereño. También se sumaron multitud de empresas y organismos públicos y privados, además de particulares. Sin embargo, en este caso, llegadas las 20.30 --hora de la convocatoria-- la iluminación se mantenía en la muchos los hogares de las ciudades extremeñas, como se podía observar desde sus calles.

No obstante, el de ayer era solo un gesto. El objetivo es que los ciudadanos se comprometan en la lucha contra el cambio climático realizando pequeños gestos diarios de ahorro de energía.