"Son las cosas de Daniel", decían sus padres ante cualquier invento fuera de lo habitual que se le pasaba por la mente. Con diez años, Daniel Patón ya pensaba cómo construir un hormiguero y a sus 48 investiga sobre pastos, matemáticas o arqueología y puede publicar artículos científicos sobre distintas disciplinas a la vez. "Siempre me he sentido diferente, no me adaptaba a los ambientes en la facultad ni en el trabajo y dije algo me tiene que ocurrir. Hace tres años fui a un psicólogo y me aseguró que no me pasaba nada, que era superdotado", cuenta este profesor de Ecología de la Universidad de Extremadura. "Cuando pensabas que ya nada te iba a sorprender, empieza todo a tener sentido en mi vida. En un primer momento piensas en gente como Einstein o Mozart y dices no puede ser. Hay muchos prejuicios sobre esto".

Tras un tiempo de incredulidad, Daniel empezó a atar cabos. Ahora sabe por qué en la adolescencia se sentía más cómodo hablando con gente mayor que él y preocupándose por temas que nada tenían que ver con su edad o por qué en su vida laboral percibía celos y miedos a su alrededor por parte de algunos compañeros, incluso catedráticos, por su afán de aprender constanteme.

Desde su etapa escolar siempre se ha sentido diferente porque siempre le han interesado otras cosas, pero en el cole parecía más fácil porque en su círculo escolar había muy buenas notas. Los problemas comenzaron en segundo de carrera, cuenta. "Mis compañeros no me dejaban preguntar en clase por esa necesidad de aprender constantemente y los profesores se creen que quieres hacerte notar o dejarlos en evidencia. La gente piensa que eres prepotente o vamos de sobrados, pero ni nosotros mismos sabemos qué nos pasa". El profesor lo define como una soledad psicológica. "Estas rodeado de gente pero no te sientes a gusto. No estableces una comunicación real con nadie, ni vínculos; las conversaciones triviales te aburren, por eso nos tachan de poco sociables, pero yo no puedo hablar de fútbol por mucho que me esfuerce, por ejemplo". Y eso hace mella en la autoestima.

Ahora ya ha aceptado que sus capacidades intelectuales son superiores. ¿Ventaja o perjuicio? "Ambas cosas, pero ser superdotado es un problemón en España, más si no sabes qué te sucede, como fue su caso. No entiendo como he podido pasar 20 años de machaque psicológico solo por ser diferente". Pese a su vida difícil "en el cómputo total me ha beneficiado, me da mucha satisfacción lo que hago, pero sufres mucho hasta que comprendes lo que pasa". Ahora, desde los últimos tres años, dice que se siente más tranquilo y centrado interiormente. "Ya no me importa si me adapto o no. La sociedad nos está excluyendo por desconocimiento y somos una oportunidad de desarrollo porque nos encanta solucionar problemas".

Entre los argumentos que hacen la superdotación más difícil está la necesidad "enfermiza" de conocimientos. "Eso te limita la especialización en el ambiente universitario, pero si me especializo me aburro. Eso lo suplo con mucha autodisciplina, pero es una lucha interna. Si un tema me gusta mucho lo devoro, se me ocurren mil cosas que hacer". Sin embargo reconoce que su trabajo le ayuda. "Dando clases nunca me aburro porque puedo mostrar lo que sé, aunque a veces si me apasiono subo el nivel sin darme cuenta y empiezo a ver caras de extrañeza".

El profesor asegura que los prejuicios en torno a las altas capacidades hacen que mucha gente no se atreva a dar el paso y aceptar su diferencia. "Somos una minoría de las más incomprendidas. Dicen que no tenemos inteligencia emocional, pero es al revés, captamos muchas emociones. Yo noto cuando alguien me miente o se siente incómodo".

Ha necesitado solo seis meses para hablar inglés, pero eso no significa que no necesiten ayuda. "No somos privilegiados, tenemos necesidades especiales" que el sistema no favorece, por ejemplo, con centros especializados. "Nadie se lleva las manos a la cabeza si Messi se entrena en un centro de alto rendimiento deportivo". Una vez comprendida su diferencia, quiere que su experiencia sirva a quienes como él se sienten "marcianos" cada día. "Mi vida ha cambiado y mi interés es ayudar a otros para digerir mi pasado", porque cuanto antes se detecten los casos, "mejor se integran en el sistema educativo". En su nueva vida, disfruta aprendiendo cada día, investigando, haciendo senderismo, kárate o natación, y sobre todo leyendo. "Todos los libros de filosofía oriental y de religiones comparadas que caen en mis manos, los devoro".