Un paso más para reconstruir la memoria perdida. La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura asegura que ha localizado una fosa con los restos de al menos tres represaliados durante la Guerra Civil, en una finca de olivares de Arroyo de San Serván.

Los estudios geofísicos, que habían detectado anomalías en la tierra de la zona en una investigación previa, y los relatos de varios testigos y familiares pusieron en alerta a este colectivo que desde hace diez años se encarga de desempolvar el pasado franquista. Con estos indicios se puso en marcha un proyecto de localización y excavación de esta fosa que el Ministerio de Presidencia aprobó el pasado noviembre y subvencionó, dentro de la convocatoria de ayudas que anualmente destina a actividades relacionadas con las víctimas de la guerra civil y el franquismo.

A principios de julio comenzaron las excavaciones y un día antes de terminar la primera fase, "a punto de tirar la toalla", aparecieron los primeros restos, a mediados de julio. "Ha sido un trabajo difícil porque el terreno había sido rellenado posteriormente para la plantación de los olivos; ha sido muy laborioso dar con la fosa", cuenta el presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura, José Manuel Corbacho.

Entre los testigos que alertaban de lo que la tierra escondía, Andrés Galán Viseda, un vecino de Calamonte de 95 años, que ayer visitó la fosa donde hace 76 años vió sin vida al menos a seis jóvenes. Entre ellos se encontraba un primo hermano suyo. "Ayer estaba muy emocionado porque se le vinieron muchos recuerdos a la mente", señala el sobrino de Andrés, Aniceto Asensio, que lleva diez años moviendo hilos para recuperar la memoria de su tío. Era agosto de 1936. Andrés, que solo tenía 19 años entonces, fue a recoger sandías y melones como cada mañana y se encontró cadáveres amontonados entre los que reconoció a su primo, Juan Barrena, que apenas tenía 20 años recién cumplidos cuando lo fusilaron. "Horrorizado se lo contó a la familia y a escondidas fueron a comprobarlo". Desde aquel día siempre hubo una cruz en el lugar y le llevaban flores siempre que podían.

Ahora esta familia solo espera que entre los restos hallados se encuentre Juan. "No se puede decir que sea una alegría, porque lo mataron, pero sí sería una gran satisfacción poder darle una sepultura digna y poder llevarle flores el día de los difuntos sin que nadie --los dueños de la finca-- las quite", dice Aniceto. "Pero si no es Juan será Pedro" y eso significa seguir cerrando algunas heridas de las muchas que siguen abiertas en Extremadura.

Los estudios antropológicos determinarán ahora los detalles de este nuevo hallazgo. El sexo, nombres y edades de los fallecidos, que rozan entre los 18 y los 20 años, según los arqueólogos, así como las condiciones en las que murieron.

"De momento se confirman los indicios, los restos son de tres asesinados represaliados por los franquistas que posiblemente murieron por heridas de balas, porque también se han encontrado proyectiles, y enterrados clandestinamente. Además, para ocultar el asesinato, hay indicios de que querían incinerar los cuerpos, ya que algunos huesos están calcinados y también parte del terreno", detalla Corbacho. Pero no solo se han hallado restos óseos, también han aparecido en la fosa objetos como botones y suelas de zapatos, que pueden aportar más datos y están siendo investigados. Incluso no se descarta la aparición de más cadáveres, puesto que los testigos directos como Andrés recuerdan más fallecidos en el lugar. "Es posible que el resto de los cuerpos estén próximos, puesto que cerca hay un arroyo y se construyó posteriormente un colector que puede haber alterado la fosa originaria precisa", el presidente de la asociación.

Tras esta primera localización en la zona hay varias familias pendientes de lo que determinen los próximos estudios, como la de Andrés Galán. Ahora, se está terminando el trabajo de campo. Un antropólogo se encarga actualmente de extraer los huesos evitando que se rompan, para comenzar el arduo trabajo en el laboratorio. "Es una fase delicada ahora, luego durante dos meses el antropólogo verá si es viable o no identificar los restos vía ADN, porque no siempre se puede confirmar la identidad de los fallecidos después de tanto tiempo", reconoce Corbacho. Se conozcan los nombre y apellidos o no, el final será el mismo. "Si se puede saber se entregan a las familias y si no, se hará una reinhumanación de los restos en el cementerio de Arroyo de San Serván y se colocará un monolito en recuerdo de las víctimas".

En cualquier caso, como para los familiares, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, reconoce que esta nueva exhumación es una satisfacción más", puesto que su lucha desde hace una década es atender la demanda de las familias que buscan respuestas a preguntas como la de Aniceto Asensio Barrera. Algunas se quedarán por siempre en el aire, "porque nadie puede explicar un asesinato atroz como los que ocurrieron cuando las tropas franquistas ocuparon Mérida en 1936, en los inicios de la guerra", señala Aniceto. "A mi tío Juan lo mataron por nada. La Guardia Civil fue a buscarle a su casa en Arroyo de San Serván. El no estaba en ese momento y le dejaron el recado de que se acercara al cuartel porque querían hacerle unas preguntas. Todos le dijeron que no se fiara --incluido su primo Andrés Galán--, pero fue al cuartel una tarde de agosto porque el no había hecho nada y nunca volvió a su casa", cuenta Aniceto, poniendo voz a su tío Andrés, al que su avanzada edad le impide hablar mucho, pero no olvidar.