Más de 420.000 euros. Unos 70 millones de pesetas. Esta fue la cantidad que hace unos tres años le ofrecieron a Clemente José García por una parte de su finca, que en total abarca 12 hectáreas de regadío a aproximadamente un kilómetro del casco urbano de Coria. Pretendían construir viviendas como las que, pese a tratarse de suelo de protección especial agrícola, proliferan en los alrededores de este municipio cacereño --más de un millar, como publicó ayer este diario--.

Pero Clemente no aceptó el negocio. "Como tonto, no lo hice. Es que muchos ganaderos estamos apegados al campo, a nuestra tierra, y el dinero es una cosa secundaria; a veces nos va mejor y otras peor", se justifica. No en vano se trata de la finca donde ha trabajado toda su vida y donde antes lo hicieron su padre y su abuelo, desde hace unos 60 años, calcula. Pero hoy está a punto de perderla: "De 12 hectáreas que tenía, me voy a quedar con cuatro trozos de menos de una hectárea que no sirven para nada", explica.

Es la consecuencia de la construcción de la Ex-A1, que en el futuro unirá Plasencia (ya conectada por esta vía con Navalmoral de la Mata) con la frontera de Portugal. Como contrapartida, una indemnización que Clemente describe como "mínima" y que, asegura, "no da para comprar otra finca similar". Una compensación que quizá lo hubiera sido si, como ocurría con el primer trazado propuesto, las obras solo hubieran afectado a una parte de la explotación, dos hectáreas en concreto.

Pero el trazado cambió y Clemente vio como su finca pasaba de reducirse en una sexta parte a quedarse únicamente con apenas un cuarto del terreno, y dividido en cuatro trozos. En cambio, un grupo de construcciones irregulares --en su mayoría segundas residencias-- a las que afectaba el primer proyecto de autovía se salvaron con la nueva opción. Nadie se atreve a asegurar que ese fuera el único motivo del cambio, pero es la percepción más extendida en Coria y así llegó a reconocerlo a este diario uno de los autores del proyecto, José Luis López, de la empresa Lyccsa (ver EL PERIODICO del 6 de marzo del 2007).

En este sentido, el alcalde de Coria, Juan Valle, explica que inicialmente se barajaron tres trazados y que la Consejería de Fomento trató de que "ninguno de los trazados cogiese ningún tipo de vivienda, porque las iban a pagar tal y como si fuesen legales y se encarecería el trazado". Además, añade que "podían encontrarse con que alguna de las viviendas fuese la residencia habitual de alguna persona y lo único que ocurriría es que dejaban en la calle a aquella persona concreta y eso lo querían eludir". Según Valle, estas fueron las declaraciones que le hicieron los responsables de Fomento y él únicamente se las ha transmitido a los caurienses. Pese a los requerimientos de este diario, desde la citada consejería no han querido pronunciarse sobre este asunto.

Lo que sí saben los afectados por el trazado es la fecha prevista para el inicio de las obras: la próxima semana. Así lo manifiesta Clemente, quien sin embargo no piensa retirar su ganado de la finca, puesto que afirma que no tiene dónde llevarlo. Y es que si la indemnización no le llega para comprar terreno, menos todavía el "depósito" que le han pagado para que puedan comenzar a trabajar las máquinas. "El resto me han dicho que me lo darán ´lo antes posible´, ¿pero qué hago yo mientras tanto?"

Permisos frente a impagos

Como él, otros expropiados por la Ex-A1 se resisten a resignarse. Es el caso de Julián Carlos, propietario de un terreno agrícola de 3.000 metros que, tras la obras, se quedará reducido a la tercera parte. Al contrario que Clemente, Julián no ha trabajado exclusivamente en el campo en los últimos años, sino en la construcción, pero afirma que su finca le proporcionaba una importante "ayuda para la casa". Allí ha cultivado su huerto y criado algunos animales, "siempre con sus permisos", una puntualización que resulta llamativa si se tiene en cuenta que muchas viviendas fuera de ordenación, precisamente por su situación irregular, ni siquiera pagaban impuestos.

"Yo no digo que le quiten nada a nadie, pero me parece mal que se perjudique a unos para beneficiar a otros", afirma Julián enunciando la opinión compartida por muchos de los afectados por el segundo trazado. De hecho, la refrenda, por ejemplo, Margarita Mangas, a cuyo padre le expropian un trozo de su finca de regadío. "Al principio no afectaba prácticamente al regadío, pero ahora hay gente que se queda sin fincas completas".

También sin su casa se va a quedar Inmaculada Sevillano, que, como publicó ayer este diario, protagoniza la desafortunada exclusividad de ser la dueña de la única vivienda a la que afecta el trazado. Su propiedad apenas resultaba afectada por el primer trazado, pero ahora se queda sin casa y con una indemnización, afirma, "menor de lo que debería ser por tratarse de una edificación ilegal", pero en la que lleva viviendo dos décadas. Como Clemente, Julián o Margarita, Inmaculada siente que ya poco se puede hacer, aunque no puede evitar preguntarse por qué cambió el trazado de la Ex-A1. Y lamentarlo.