TEtchate a un lado que me quitas el sol. Eso le deben estar diciendo los populares extremeños a los de Madrid, una consigna que, dicho sea de paso, están haciendo la mayoría de los líderes regionales del partido. Monago ya hace tiempo que emprendió el camino al centro, tanto que lo ha sobrepasado y flirtea con la izquierda, pero de un tiempo a esta parte pareciera que su partido en Extremadura le siguiera los pasos hasta el punto de convertirse en una especie de franquicia de una matriz más que alejada.

La última prueba palpable de ello ha sido el vídeo electoral lanzado esta semana, ese que homenajea y rinde tributo a la generación del 68, la que hoy día tiene cuarenta y tantos tacos y acude a votar en masa suponiendo el groso mayor de las papeletas que se meten en la urna. Nada de PP, ni las siglas siquiera. Música propia, lema propio, colores propios y Monago, único valor por el que han apostado los populares extremeños para el 24 de mayo. El PP en esta candidatura está detrás del candidato, lo que pasa es que a veces está tan alejado que ni se le ve.

Hay veces en que la sombra que llega de Madrid es mejor alejarla y otras que, por el contrario, suponen el único soplo de aire fresco que recibe una formación camino de las urnas. Por ejemplo, en las pasadas elecciones la sombra de Zapatero era demasiado alargada y se llevó por delante a Vara y su partido sin más remedio por mucho que la escondieran. Por eso esta vez los socialistas extremeños andan con más cuidado, saben que su candidato nacional no suma pero tampoco resta, mientras que Rajoy puede ser una carga para el PP. La frase de Pedro Sánchez esta semana en Badajoz diciendo que "Monago es el Rajoy de Extremadura" dice mucho en este sentido.

Sin embargo, en los partidos emergentes ocurre justo lo contrario: la influencia de la matriz nacional es clave. En Extremadura nadie o casi nadie conoce quién es la candidata de Ciudadanos. María Victoria Domínguez, exconcejala del PP y hasta hace muy poco líder del partido regionalista UPEX, puede ser un personaje en su ciudad, Plasencia, pero en el resto de la región no se tiene ni idea de quién es ni de dónde viene. Sin embargo, puede recoger un buen puñado de votos simplemente porque representa aquí a Albert Rivera, el nuevo líder nacional que tanto atractivo acarrea entre las clases medias españolas. La virginidad política que destila por no haber gobernado nunca, y su mensaje claro y fresco, no solo le está permitiendo fagocitar poco a poco a UPyD, sino que está atrayendo a votantes tradicionalmente de centro que ahora parecen incómodos con otras formaciones.

Lo mismo ocurre con Podemos. El nivel de conocimiento de su candidato regional, Alvaro Jaén, es mínimo. Primero porque hace relativamente poco tiempo que se dedica a la política y segundo porque hace apenas un mes que fue elegido secretario general de la formación primero y candidato a la presidencia de la Junta después. Sin embargo, la ola de popularidad que arrastran las siglas que representa Pablo Iglesias a nivel nacional puede darle el empujón que necesita para entrar en el Parlamento extremeño. Su marca, sus siglas y sus colores van a estar más que presentes en la campaña pues sabe de antemano que suponen su único valor a la hora de convencer al electorado.

El PP nacional ahora mismo no vive su mejor momento. El desgaste de la crisis y los casos de corrupción que han aflorado, por mucho que sus autores ya no estén en el partido, generan antipatía. De ahí que Monago y los suyos distingan entre Madrid y Extremadura, hagan más que evidente la distancia que les separa. No es que renieguen de sus siglas ni nada parecido, dios les libre, son del PP como siempre, pero si su líder regional consideran que está fortalecido y se enfrenta a la reelección, a ver si la luz que guía a quienes deben llevarlo a un nuevo mandato se van a ver envueltos de repente en nubarrones que le llegan desde otros lugares.