Soledad Sagrado ocupa desde el 1 de enero del 2010 el puesto de profesora de secundaria que debería desempeñar desde hace ocho años. En el 2002 optó en la región a las oposiciones en el área de Intervención Sociocomunitaria. Tras invertir años de esfuerzos y concurrir a procesos anteriores, logró aprobar los tres exámenes, que con sus méritos, le otorgaban una de las dos plazas convocadas.

Pero su sorpresa llegó el día que se publicaron los resultados finales. Sagrado se quedaba en tercer lugar y por lo tanto sin trabajo. El problema fue que el tribunal calificador en el concurso oposición no valoró debidamente los méritos de esta profesora salmantina de 38 años. En concreto, obvió, entre otros cursos y jornadas "perfectamente acreditados" y puntuables, el título de Graduado en Artes Aplicadas a la Conservación y Restauración de Obras y Objetos de Arte y Arqueología de la afectada y que "equivale a una diplomatura que es la titulación que se exigía en esta oposición". Así lo señala ahora, ocho años después, una sentencia firme del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura y ratificada por el Supremo el pasado diciembre.

La docente inició el litigio en el 2002, primero reclamando de forma ordinaria y después mediante un contencioso administrativo al que no obtuvo respuesta. Visto el silencio, a través del sindicato C-SIF, arrancó el proceso judicial ante el TSJEx para reclamar la valoración que le correspondía. En el 2006 el TSJEx ya dio la razón a la docente, pero la Junta apeló la sentencia ante el Supremo, que tres años más tarde volvió a reafirmar la decisión del tribunal extremeño. La consecuencia de tan largo litigios es que la Administración regional ha sido condenada a pagar 200.000 euros en concepto de atrasos a la profesora y a designarle la plaza de funcionaria del cuerpo docente que se ganó por méritos en el 2002.

Un final "justo e injusto" para Sagrado, que aún no ha terminado y que no se olvidará fácilmente pese a que lleva un año como funcionaria de carrera y en noviembre recibió el reconocimiento económico. "Hay cosas que no se pueden pagar con dinero y los daños morales no me los va a pagar nadie".

CAMBIO DE VIDA Tras los resultados, Sagrado se desanimó y cayó en una depresión. Se planteó incluso abandonar su profesión porque la administración no quería reconocerle lo que era suyo. "Me llegaron a decir que reclamara, que si tenían que inventarse una plaza se la inventarían". En estos momentos, la profesora y su familia --tiene dos hijos de 14 y 10 años-- se marcharon a vivir a Argentina, tras una oferta de trabajo de su marido. Allí empezó una nueva vida como profesora de universidad, una vida que tuvo que abandonar fugazmente el pasado diciembre cuando le dijeron que si quería la plaza que llevaba años reclamando debía incorporarse al IES Al-Qázeres de Cáceres el 1 de enero del 2010.

"Tuve que dar la vuelta a mi vida en días. Dudamos en regresar pero queríamos volver y no nos arrepentimos, pero fue muy duro". Sus hijos dejaron sus estudios a medias allí para integrarse en Cáceres y a ella aún le quedan batallas que lidiar. Ya le han reconocido algunos derechos, trienios y sexenios, como trabajadora fantasma , puesto que aunque "no he existido" durante ocho años, el puesto le pertenecía desde el 2002, pero aún tiene que optar al concurso de traslados para conseguir un destino fijo.

Sagrado asegura que continuó hasta el final con el proceso judicial por C-SIF, al que está muy agradecida. Considera la actuación de la administración regional "absurda" puesto que "sabían que no llevaban la razón, pero creerían que nos cansaríamos", como ha ocurrido en otros casos similares que conoce. A esta gente le recomienda que "no se rindan y luchen por lo que les pertenece con gente que atiende estos casos, como los sindicatos". Pese a todo, sigue confiando en la Junta: "No he visto mala fe al final, pero creo que no saben reconocer cuándo se equivocan".