Se oyen los timbales desde la calle Pintores. Son Jorge, Eduardo, Virginio y David, que han formado un grupo alternativo bajo las escaleras de la plaza Mayor. Vienen desde Italia y desde Plasencia y Cañamero. "En el Womad todos somos completamente libres durante tres días, la calle es nuestra", comentan.

Justamente a su lado, los pequeños Olmo y Enego les miran extrañados y sonríen, parece que les gusta como suena... Vienen con sus padres, Isabel y Antoine, desde Salamanca y se alojan en su furgoneta en los Barruecos. "Nos encanta esta música, Antoine es percusionista --comenta ella-- y le apasiona".

Unas mazas vuelan por los aires. Es David, de Alicante, que ha venido casi obligado por sus amigos cacereños pero "no me arrepiento, hay muy buen rollo y la ciudad es preciosa", cuenta.

Desde Valladolid Chus ha traído a su novio Juan por primera vez a esta cita. Se conocen desde hace poco más de un mes pero "después de ver esto me he enamorado de ella aún más, o de esta ciudad, no sé...", sonríe Juan mientras besa a su novia.

Al ritmo de la música de Hindi Zahra bailan descontrolados Saray y Nisio, que vienen desde Plasencia cada año a disfrutar "de la increíble mezcla de culturas que hay aquí... y de la música, ¡que es lo primero!".

La gente abarrota las calles de la ciudad monumental. Carmen, Pedrete, Pedro Mario, Mili y Fran --componentes, ellos, del grupo Los niños de los ojos rojos-- ensayan sus temas en medio de la multitud. "Womad para nosotros es muy importante, porque su música nos ha aportado mucho, de ella hemos aprendido". Pero lo más importante es que "la gente y la música durante estos días ocupa los lugares públicos y los hace suyos, ¿no es increíble?".