La frenética jornada vivida en Mérida por sor Lucía Caram, la monja más tuitera y mediática, da buena cuenta del interés que despierta su activismo social y carácter reivindicativo allá donde va. Tras aterrizar el pasado miércoles en Badajoz para dar una conferencia, durante la jornada de ayer visitó en la capital extremeña a diversos colectivos sociales de la ciudad, para finalizar su periplo en el encuentro de la segunda Jornada de Voluntariado Social, organizada por la Plataforma del Voluntariado, y donde ofreció la ponencia marco.

--¿Qué impresiones recoge de su visita a Extremadura?

--Lo más importante es la geografía humana que estoy conociendo, gente que tiene muchas ganas de implicarse y hacer las cosas de otra manera. He visto que están cansados de la crisis y me hace sentirme más responsable, porque no podemos seguir mirando para otro lado y es el momento de implicarnos. Extremadura es una de las zonas que está siendo más castigada y exige ponerle creatividad para reactivar un gran potencial humano, como es el tema del voluntariado.

--¿Qué papel tiene a la hora de mitigar las necesidades?

--Creo que es un gran error lavarnos las manos y hacer responsable del bienestar exclusivamente al Gobierno, porque no nos exime de nuestra realidad como ciudadanos. El voluntario es un profesional no asalariado capaz de introducir la revolución de la ternura y de la bondad. Su papel es fundamental y a los gobernantes les tenemos que exigir, pero creando alternativas. La crisis es más crisis para muchísimos colectivos que ya estaban en una situación de vulnerabilidad, pero ahora han quedado más al descubierto por los recortes y es necesario reactivar el voluntariado más que nunca. Tenemos que implicarnos más para crear el sistema que queremos.

--En el sistema actual, ¿dónde quedan los gobernantes?

--Nos estamos dando cuenta de que el fraude fiscal, la mentira, el robo y la evasión nos llevó a la situación que estamos viviendo. El Gobierno nos dice que estamos saliendo de la crisis y que los ciudadanos nos ajustemos un poco más el cinturón, pues me da rabia, ya que con todo lo que han robado están provocando esta situación y encima piden más responsabilidades al ciudadano. Estamos hartos de que nos tomen por imbéciles. Cuando se presentaron los informes de Cáritas y Unicef, el ministro Montoro llamó a los dirigentes y les intentó convencer de que no podían crear una alarma social, que eran sólo estadísticas. Denuncio la corrupción con pasión porque para mí no son estadísticas, sino el rostro de familias concretas que han salido expulsadas del sistema.

--¿Está pagando el ciudadano los errores del político?

--Así es. Está clarísimo que nos han estafado, nos han venido que la felicidad era tener cada día más y los bancos nos han dado demasiadas facilidades, pero nosotros compramos este billete y entramos en la rueda. Hay que exigir responsabilidades, pero también hacer autocrítica y ver en qué hemos fallado también nosotros, porque podemos vivir de otra manera, pero no resignarnos a vivir en forma de esclavitud como está pasando ahora. Hemos fabricado una situación de exclusión y estamos en un campo de concentración donde hay trabajadores que son esclavos.

--¿Considera que a los políticos les cuesta pedir perdón?

--A muchos les falta reconocer sus errores, tener un sentido de humildad y pedir perdón porque están pringados. Entre el partido que Gobierna y la oposición se tapan sus vergüenzas, porque se han arrodillado a unos poderes macroeconómicos que son los que les mantienen en el poder. Los ciudadanos ya no nos tragamos esto.

--Las redes sociales echan humo con usted, ¿cómo lleva lo de ser monja y tuitera?

--Quisiera no estar en el foco de las redes sociales, sino que lo sean mis causas. Jesús fue para mí el primer tuitero de la historia, porque sus mensajes eran cortos, contundente y con una vigencia importante. Yo no voy a las redes sociales a evangelizar a nadie, sino a contagiar mi pasión por la humanidad.