Unas jóvenes escarban en la basura buscando algo de alimento. A cierta distancia las observa Fulgencio Valares. La imagen le impresiona. Tanto que casi de inmediato decide que a partir de ella construirá una obra de teatro de la que solo tiene el título: Las meninas duermen en la rúa . El título se lo ha sugerido Pati Domenech, uno de los promotores de la compañía cántabra Abrego mientras se conocen en un encuentro teatral en Buenos Aires. Allí, Valares y su compañía Atakama presentan La reina vaca .

En el mismo encuentro, el grupo argentino TeaTeatro se suma al proyecto. De marzo a diciembre pasados ensayos a un lado y otro del Atlántico, entre Buenos Aires y Santander, culminaron el pasado martes con el estreno de la obra en la capital cántabra.

Tras una función prevista ayer en Miajadas, donde nació Fulgencio Valares, la obra se representa hoy y mañana en Cáceres y Badajoz. En marzo realizará una gira de quince funciones en Argentina, Chile y Uruguay.

Meninas son las protagonistas del cuadro de Velázquez y por este nombre también se conoce a las niñas que se buscan la vida por las calles de Brasil.

De esa asociación surge el personaje de Las meninas duermen en la rúa , un personaje histórico: la infanta Margarita, que aparece en el más famoso cuadro de la historia de la pintura, despierta un día en mitad de un callejón de una ciudad del cono Sur.

Desdoblada en dos personajes (que interpretan Andrea Juliá y María Vidal), uno de ellos aceptará vivir en aquel lugar, cerca de la pobreza, mientras el otro quiere mantener su vida en Europa, una vida de privilegio, en la que no se pasa hambre.

INJUSTICIA Entre el sueño y la realidad, la obra habla de "la parte que negamos de nosotros mismos", afirma Fulgencio Valares. ¿Qué parte es esa? "Que existe la pobreza, la injusticia. Que si la sintiéramos como algo propio nos obligaríamos a luchar contra ello. Que si hubiera niños marginales en nuestra calle, los alejaríamos de los nuestros".

"Es una situación, esta de la marginación, que puede ocurrir en cualquier sitio: en América, en Africa. Es un fenómeno mundial", afirma Horacio Medrano, director de la función.

El ha concebido el espacio escénico de la obra: un lugar próximo a un puente con un fondo de ciudad. Ni el autor ni él plantean un discurso combativo contra la pobreza.

"La idea era hablar de la injusticia, pero no crear personajes como héroes o víctimas, no hablar desde un púlpito", afirma Medrano. "Yo quería huir del pasquín. No es una obra que quiera mover conciencias", dice Valares.

Aun así, la obra deja abierto ese debate, que lleva a preguntarse qué hacer. "Creo que la manera la sabemos todos en el fondo, --explica el autor extremeño-- aunque dicha sonaría a utópico, a conversación de adolescente. Pero es hablar de revolución, quizá de revolución sentimental, o de renunciar a esos asideros para llegar a una igualdad".

Fulgencio Valares ha viajado al cono Sur. ¿Conocer la situación de aquellos países ha acentuado esa conciencia? "Pero he estado pocos días y no es un tiempo suficiente para enterarte de cosas". "Quizá he acusado mi falta de compromiso, mi comodidad" ¿Y escribir sería un gesto? "No, no. Porque sería escribir para algo. Y yo escribo porque quiero que este sea mi trabajo. No quiero cambiar conciencias, no quiero reivindicar, sino contar cosas".

POR INTERNET Alternando su trabajo en la compañía Atakama, que tiene su sede en Cáceres, y las clases que imparte en la escuela de teatro de Miajadas, Fulgencio Valares estuvo ausente del estreno santanderino de su obra. Pero los nervios no le abandonaron durante el día. Salvo un par de conversaciones por internet, unos correos y pocas correcciones, se ha mantenido al margen del proceso de trabajo del montaje. "Yo soy una parte