Este año se cumple una década desde el lanzamiento del primer iPhone. En estos diez años no sólo ha cambiado el propio diseño de los teléfonos móviles, sino que, además, estos dispositivos han revolucionado desde la palma de nuestra mano la manera de relacionarnos. Desde que la palabra smartphone se asentase en nuestro vocabulario, los teléfonos móviles dejaron de lado su función primigenia de llamar y recibir llamadas para pasar a convertirse en cámaras de fotos, ordenadores y gps que guardar en el bolsillo.

El 88% de los españoles posee un teléfono inteligente, una cifra que coloca a España en la cabeza del ranking mundial, 22 puntos por encima de la media, según asegura el Informe Ditrendia Mobile en España y en el Mundo de 2017. La influencia de estos dispositivos en la sociedad es innegable, tanto es así que el uso de estos ha generado un nuevo tipo de adicción, que aunque afecta mayormente a los jóvenes, está presente en todas las franjas de edad.

Los extremeños pasan una media de 3 horas y 35 minutos al día utilizando su teléfono móvil, según el ‘IV Estudio de Comparación Online hacia el Ahorro Inteligente’, elaborado por Rastreator.com. Extremadura es la única comunidad autónoma en la que esta cifra se ha incrementado con respecto al año pasado, 3 horas y 32 minutos; pero está aún lejos de alcanzar las 4 horas y media diarias del año 2015. Del informe se desprende, además, que el 40 por ciento de los extremeños se consideran adictos al móvil, el porcentaje más alto a nivel nacional y que se sitúa 12 puntos por encima de la media española (28,3%). Extremadura es la región en la que más ha aumentado este tipo de dependencia, con un incremento de más de 25 puntos con respecto al 2016.

Adicción AL TELÉFONO MÓVIL/ Pero, ¿es este uso abusivo del móvil una adicción? José Ignacio Blasco, coordinador de la Asociación Ludopatía y Nuevas Adiciones (ALYA), sostiene que «el término adicción se ha empleado muy ‘a la ligera’ en todo aquello relacionado con las tecnologías». Blasco explica que «las adiciones, como tradicionalmente las conocemos, presentan un determinado cuadro clínico caracterizado por la agresividad o la ansiedad ante la privación. Si bien es cierto que existen determinados individuos que son adictos a su teléfono móvil y que sufren ansiedad cuando no lo están utilizando, el hecho de que gran parte de la población realice un uso intenso de estos aparatos no los convierte en adictos».

No obstante, lejos de los datos arrojados en el informe, la mayoría de los ciudadanos no sabrían decir con exactitud el número de horas que utilizan el móvil a lo largo del día. Jorge, un joven extremeño de 22 años cuenta que «utilizo el móvil desde que se levanta hasta que se acuesta pero no sabría decir el número de horas exacto». Lo mismo le ocurre a Elvira, también de 22 años, «no sé cuantas horas al día lo utilizo, así es que supongo que son muchas». Como ellos, muchos jóvenes creen que no podrían vivir sin su teléfono móvil, a la par que opinan que su vida sería más feliz sino tuviesen teléfono. Isabel, una joven cacereña, detalla que «aunque es una herramienta esencial para comunicarse, creo que sin teléfono mi vida en muchos aspectos cambiaría a mejor».

Ante esto, desde ALYA explican que «los smartphones nos ofrecen una conexión y entretenimiento constantes. El aburrimiento es necesario porque motiva la creatividad. Cuando accedemos a las redes sociales nos evadimos de nosotros mismos y nos centramos en una pantalla. Inevitablemente esto genera problemas a niveles cognitivos y empáticos».

Ellos no están solos, en virtud del citado informe, el 57, 8 por ciento de los extremeños reconoce que lo primero que realiza al levantarse, y lo último antes de acostarse, es consultar su smartphone. Asimismo, un 42,2 por ciento afirma que preferiría perder la cartera antes que el móvil, algo que podría explicarse debido al precio de los terminales.

phubbing /El 86,7 por ciento de los ciudadanos de la región declaran que no podrían vivir sin este dispositivo, frente al 75 por ciento de la media española. Iván, un joven extremeño de 22 años y estudiante de Química duda que «pudiera vivir sin teléfono, es algo que ya forma parte de mi vida diaria, lo llevo siempre conmigo por si necesito contactar con alguien». Pero además, el 53,3 por ciento de los ciudadanos reconoce consultar el móvil cuando está frente a otras personas. Pedro, estudiante de Medicina de 22 años cuenta que «intento no mirarlo cuando estoy de más personas, pero siempre lo acabo consultando». La necesidad de estar conectado ha provocado que aparezca un fenómeno conocido como phubbing, aquel acto por el cual el individuo ignora a su entorno para concentrarse en un dispositivo electrónico,

José Ignacio Blasco cree que «las nuevas tecnologías van a producir un cambio en la manera de entender las relaciones sociales. La comunicación analógica, es decir, cara a cara, se está perdiendo, lo que conlleva una serie de cambio a nivel empáticos, pues la comunicación digital es mucho menos empática». Aunque subraya que «no hay que ser alarmista».